Cuando Carlos Martínez abrió las páginas de Diario de Burgos el pasado 9 de febrero hubo algo que le llamó especialmente la atención. De hecho, no dudó en ponerse en contacto con Belén Cabezón, jefa de Gestión del Patrimonio de la Diputación, para transmitirle la satisfacción que le produjo leer que el Divino Valles acogerá la Facultad de Medicina, además de proyectarse una ciudad de la salud en su entorno. Con un entusiasmo de principiante, este arquitecto retirado narra el porqué de esas emociones, que no solo tienen que ver con estar al frente del proyecto de construcción del antiguo hospital provincial desde su inicio hasta su fin.
Martínez expone así un hecho que vivió en primera persona. «La idea inicial de crear una ciudad universitaria y sanitaria fue de la Diputación», subraya, detallando en este sentido que el encargo de esta administración iba más allá del complejo hospitalario e incluía una Facultad de Medicina (de la que ya se venía hablando tiempo antes) y estudios de Enfermería con residencia incluida. Esta última actuación llegó, incluso, a quedar plasmada en un proyecto que se conserva y que ahora revisa con una mezcla de curiosidad y orgullo cuando Cabezón despliega los grandes planos de aquella época, donde pueden verse desde las aulas hasta las habitaciones.
Una treintena de empresas participó en la construcción del complejo hospitalario
No solo se ejecutó el proyecto, sino que el arquitecto recuerda que se desarrolló una fase incipiente de obras en lo referente a la cimentación y estudio del terreno. Destaca en este punto la «gran visión y deseo» de la institución provincial de llevar a cabo todas estas intervenciones y pone como ejemplo que para ello decidió comprar una parcela de 31 hectáreas y con excelente ubicación y vistas para disponer de suficiente espacio. Sin embargo, la disponibilidad económica impidió continuar con esta actuación, al igual que con la de Medicina, para centrar todos los esfuerzos en levantar el hospital Divino Valles.
Y es aquí donde aporta una explicación que también da respuesta a los más de 10 años que se prolongó su construcción hasta concluirse el 31 de diciembre de 1985, contando para ello con la participación de hasta una treintena de empresas. Esta tiene que ver con una gran crisis económica de ámbito nacional que «multiplicó por tres» los precios de la edificación y obligó a parar los trabajos durante un tiempo hasta que pudieron retomarse, pero ejecutándose por fases a media que la Diputación disponía de los fondos necesarios.
Aquella idea primigenia de crear una ciudad sanitaria que, según Martínez, «siempre ha estado encima de la mesa», se retoma ahora tras el pacto alcanzado entre la Universidad de Burgos, la Junta y la Administración, propietaria del inmueble, para ubicar el grado de Medicina en el hospital Divino Valles. Una localización que aplaude el arquitecto y que ve «absolutamente acertada». «Que lo que haya que hacer al edificio no impida implantar la carrera», manifiesta, además de poner en relieve el impacto que supondrá para la capital.
Tuvo una gran visión de futuro y por eso se compró una parcela de 31 hectáreas con una buena ubicación»Carlos Martínez, arquitecto
Uno de los aspectos a destacar del inmueble es su estado de conversación, pese a que las últimas cuatro plantas llevan cerradas desde 2012. Lo corrobora Cabezón, quien, a modo de ejemplo, le transmite a su colega que el mármol de los suelos permanece impecable. Esta situación tiene que ver con el mantenimiento del inmueble por parte de la Consejería de Sanidad, a quien la Diputación cedió su uso en 2005 sin límite de tiempo, salvo el piso octavo que fue revertido tras acoger temporalmente a las Hermanas Hospitalarias, pero «mientras dure la asistencia sanitaria».
El ladrillo y su volumen. Los dos destacan que se utilizaron los mejores materiales del momento para levantar un edificio de ladrillo caravista y con un diferenciador manejo de los volúmenes en su fachada, elemento característico de la firma de 'los Martínez', tal y como se conocía a esta saga de hermanos que está detrás de numerosas obras en la capital, como son los casos de la residencia Peña Amaya o la Comisaría. Las nuevas técnicas de edificación permiten actuar en su interior empleando nuevos métodos y materias, refiriéndose en este punto a «tabiquería seca y rápida» para la adecuación de espacios docentes.
El inmueble se encuentra en buen estado por el mantenimiento que tiene»Beatriz Cabezón, jefa de gestión del patrimonio de la Diputación
La arquitecta de la Diputación se refiere también la solidez de la estructura, sin dejar de resaltar esa luminosidad que sorprendió a los máximos responsables de la UBU. No deja de mencionar la idoneidad del emplazamiento, que ofrece posibilidades de ampliación a medida que vayan surgiendo nuevas necesidades, algo que también remarca el diputado Jesús Sendino, del departamento de Asesoramiento Jurídico y Urbanístico a Municipios y Arquitectura, quien, además, insiste en la «plena colaboración» de la institución.
En permanente contacto con los representantes de la Universidad de Burgos, las visitas al edificio se suceden, al tiempo que Martínez continúa revisando aquellos planos de los años 70 que se guardan el Palacio Provincial, «porque un arquitecto nunca de deja de serlo», y mira con esperanza al futuro.