La Noche Blanca es un desafío de principio a fin. Es tratar de desdoblarse para intentar cubrir el mayor número de espectáculos posibles dentro de una oferta de casi 500 propuestas culturales repartidas por distintos puntos de la capital. Saca a miles de burgaleses a las calles y si encima, como ayer, el tiempo acompaña, se convierte en el plan ideal para empaparse de la singularidad del arte.
Arte a Burgos le sobra, pero si se toman como base algunos de sus mejores monumentos, se pueden alcanzar cotas de belleza como la que experimentaron ayer edificios como el Teatro Principal, el arco de Santa María o la mismísima Catedral. Hasta cuatro video mapping se llevaron a cabo en estos emplazamientos mágicos, vistiéndoles con sobreimpresiones y armando una historia con efectos sonoros que acompañaban a crear una atmósfera para disfrutar.
En el primero de estos tres emplazamientos había que retirar una entrada gratuita para que se cerraran las puertas y, en la intimidad oscura de su patio de butacas comenzar la experiencia. Desde que se ideó la construcción del edificio isabelino, hasta que Peridis lo convirtió en lo que a día de hoy conocemos, el vídeo proyectado sobre el escenario estaba acompañado de un trasiego de colores cambiantes que se elevaban hasta el techo, aprovechando cada milímetro del interior para imprimir una escala distinta. Emotivo fue el Himno a Burgos con el escudo de la ciudad presidiendo las alturas.
La Catedral vistió un nuevo tono de piel sobreimpresionado. - Foto: Alberto RodrigoEn la Catedral se aprovechó la fachada principal para darle una nueva piel de distintos tonos cromáticos. Con imágenes de las capillas o del papamoscas recorriendo la piedra exterior, el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, iba relatando parte del pasado, presente y futuro del monumento. Con la grabación de su voz se protagonizó una de las tres fases en las que estuvo dividida este Las edades de la Catedral.
(Más información e imágenes de los espectáculos en la edición impresa de Diario de Burgos de este domingo)