En Burgos capital las cifras de fallecidos también han disminuido pero no es para lanzar las campanas al vuelo. 2022 fue un ejercicio negro, con seis muertos, y en 2023 se registraron cuatro. Sí, han caído los siniestros mortales, pero no a las cotas que esperaba la propia Policía Local. Y es que hace no mucho -en 2020- la capital cerraba con cero víctimas mortales.
Tres de los fallecidos lo fueron por atropello. El 18 de diciembre moría la mujer de 85 años que fue arrollada el día anterior en un paso de cebra de la calle Condesa Mencía. La primera víctima de atropello fue en el mes de agosto, cuando una burgalesa de 81 años perdía la vida después de que un coche se la llevara por delante en Manuel Altolaguirre. En septiembre moría un hombre una semana después de ser arrollado en la ronda interior norte, aunque éste quizá no entre en la estadística oficial.
A estas tres víctimas hay que sumar el joven motorista que perdió el control de su vehículo y cayó al suelo en el Pasaje de Radio Popular, en el mes de agosto.
La aspiración de la Policía Local, por supuesto, es dejar el casillero en cero, entre otras cosas porque hay precedentes muy cercanos de que se puede conseguir la mortalidad cero en la ciudad. Ya ocurrió en el año 2020 y también en 2018.
Para ello el Cuerpo municipal de seguridad está intensificando la vigilancia de los pasos de peatones de la ciudad, ya que la mayoría de los atropellos -en torno al 70%- se producen en lugares habilitados para que cruce el viandante. La Policía Local sigue compaginando la labor sancionadora con la educativa, pues los agentes también dan consignas a los peatones sobre cómo cruzar.