Peña creó un partido a su medida y aglutinó en torno a él todo el voto conservador parcialmente atomizado en las dos convocatorias previas. Arrasó. La política local comenzaba a desvincularse cada vez más de la política nacional y de los recelos entre frentes. A eso ayudó el desarrollo del municipalismo y una incipiente prestación de servicios de segunda generación que vendrían a suplir a lo más básico. Porque, lo recuerden o no, lo hayan vivido o no, en esta ciudad había barrios sin asfaltar a comienzos de los 80. Lo primero que hizo el Ayuntamiento fue eso: atender a las urgencias en materia de infraestructuras básicas. Y a eso se aferró Peña en la campaña (uno de sus lemas fue ‘Peña y su equipo no prometen, hacen’).
El CDS todavía estaba activo y presente en la vida política. En Burgos logró obtener un par de concejales, una escasa renta para los esfuerzos que hizo el Partido en la capital. Adolfo Suárez, acompañado de un tal Eduard Punset, abarrotó el Gran Teatro en uno de los mítines más multitudinarios de aquella campaña. Un día después vino el ministro de Cultura y portavoz del Ejecutivo de Felipe González, Javier Solana, a decir que el problema del diálogo entre las instituciones era el alcalde Peña.
Esa bala de Solana no era perdida. Burgos tenía que resolver la operación urbanística que sin duda definiría su futuro para el próximo siglo: qué hacer con el ferrocarril y el corredor resultante de su desvío o soterramiento. El alcalde quería soterrar (se conocía entonces como «la depresión» del tren) y los demás se conformaban con que los raíles dejaran de seccionar la capital. Cualquier solución era inviable sin el concurso de Madrid, como se comprobaría a lo largo de los años. El convenio del desvío no se firmó hasta que las tres administraciones estuvieron en manos del mismo partido, en este caso el PP. Ocurrió en 1998 y tardó una década en hacerse efectivo.
1987. Con un partido a la medidaEl resultado no cambió nada, pero en aquellas elecciones celebradas un miércoles cuyos resultados tardaron dos días en escrutarse y en las que la Junta Electoral anulaba todo acto que no estuviera comunicado y programado antes de iniciar la campaña se habló de cuestiones que protagonizarían la actualidad local durante décadas. Dos de ellas estaban en el ombligo de la ciudad: el Teatro Principal y el solar de Caballería.
LA INCÓGNITA DE CABALLERÍA
El CDS, con Luis de Diego a la cabeza, también incidía en que «podemos llevarnos bien con las administraciones central y autonómica», al tiempo que apostaba por el desvío y por rehabilitar el Principal como teatro. IU presentaba a un joven profesor llamado Tino Barriuso que no logró el primer escaño para la coalición, pero duplicó sus votos. Barriuso decía cosas tan cuerdas como hacer del Principal lo que era, pedir al Estado que ejecutara inversiones generadoras de riqueza, crear un Consejo Económico y Social (lo que después fue el Plan Estratégico) y convocar un concurso de ideas para Caballería. Dejó, además, una frase para la historia: «Al pueblo de Burgos se le puede convocar para hacer ruido o para hacer el futuro».
El PSOE estrenaba a Pedro Díez Labín como candidato y algunos postulados que hoy vienen a cuento. Defendió, por ejemplo, potenciar el servicio de inspección de rentas para incrementar los ingresos sin subir los impuestos. En la actual campaña ha sido Daniel de la Rosa, candidato socialista, quien ha hecho exactamente la misma propuesta (ahora se llama Inspección de Tributos). Pedía Díez que el Ministerio garantizara financiación para la operación del tren y acercar los servicios al ciudadanos (luego vendrían los cívicos). Y pedía mucho suelo para bajar el precio de los pisos, ya en alza desbocada.
Peña, por su parte, se aferraba al trabajo realizado, a la promoción de suelo industrial con exenciones fiscales (hoy de nuevo vigentes, qué cosas), a la conversión del Principal en sede del Ayuntamiento y a la creación en Caballería de una plaza urbana «abrigada del viento del Norte» que estaría circundada de edificios de uso residencial y tendría un aparcamiento subterráneo.
Todo eso es lo que ocurría mientras su buscaba la salvación del Tizona, Alberti rendía homenaje en Burgos a María Teresa León y el Consulado estrenaba ‘Platoon’.