Recortes en la carta del menú por falta de personal

S.F.L. / Briviesca
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La imposibilidad de ampliar la plantilla en verano obliga a algunos empresarios de Oña y Briviesca a ofrecer menos variedad de raciones e incluso suprimir cenas. Por ahora mantienen el servicio de terraza

Fernando Fernández (izda) dejó de dirigir una empresa en Madrid para abrir un bar en Briviesca y Jesús María gestiona el Deportivo - Foto: S.F.L.

La amenaza que sobrevolaba desde años la hostelería burebana por la dificultad de contratar personal extra en fechas señaladas ha pasado a ser una realidad este verano. Algunos hosteleros se han visto obligados a reducir la oferta gastronómica y otros se plantean eliminar el servicio de cenas en agosto si la situación continúa tan crítica. Los  sacrificados horarios del sector y la baja cualificación de los trabajadores son algunas de las principales razones por las que ampliar la plantilla supone una misión casi imposible. 

Los datos confirmar lo que con solo dar un paseo resulta más que obvio: el turismo crece año tras año en la comarca pero el número de locales de hostelería se mantiene. Ello conlleva a que el trabajo se haya intensificado y que, por lo tanto, la necesidad de mano de obra se amplíe durante prácticamente todo el año. 

Jesús María, propietario del bar Deportivo de Oña, nunca se había enfrentado a un problema que le llega a quitar el sueño. El negocio que antaño regentaban dos familias -cuatro personas de continuo- ha pasado a dos miembros. «En invierno podemos con ello», comenta el empresario, «pero en vacaciones y verano se nos va de las manos», añade. Cuenta con el apoyo de un empleado los fines de semana pero para estas semanas de julio, agosto y septiembre necesita uno más a jornada completa a diario. 

En el caso de no contratar a nadie, a pesar de echar mano del Servicio Público de Empleo, no tendrá otro remedio que «reducir el servicio de comidas», un hecho que se traduce en «suprimir las cenas y elaborar pinchos hasta donde pueda llegar», se lamenta. Pérez se encarga de la cocina aunque también sirve en la barra cuando su cuñada María del Carmen necesita ayuda. «En agosto estar solo dos personas de cara al público es imposible y confío en encontrar a alguien pronto», declara con cierta preocupación. 

En el Rincón del Convento, también en la villa condal, sufren la falta de personal como en la mayoría de locales. Alejandro Llanos es el dueño y asegura que «necesita refuerzo pero no lo hay porque cuesta mucho atraer trabajadores a los pueblos». La plantilla la han llegado a formar hasta 8 o 9 personas en el mes de agosto y actualmente son 5 asalariados. En su caso ha optado por «no servir comidas en la terraza» y ofrecer cenas en jornadas de trabajo intenso «solo a los clientes del hotel».

En la carta de raciones del Vadebaco el listado ha bajado considerablemente. La falta de manos en la cocina imposibilita a Fernando  elaborar tantas recetas como le gustaría, y se ha decantado por sustituir parte de la oferta por pizzas. «Son más llevaderas y no implican tanta dedicación», expone el hostelero. Es uno de los tantos que ha «desistido» de seguir buscando camareros y ha reinventado su negocio con la ayuda de su mujer. Ambos trabajan mano a mano sin el apoyo de ningún empleado y les va «bien», solo han tenido que «cambiar algunas cosas», sostiene. 

Raquel, del bar 2 sin 3, no ha tomado medidas extremas por ahora y aprovecha sus vacaciones para desconectar. A su vuelta deberá contratar a alguien de apoyo, una tarea que «cada año cuesta más en la ciudad», manifiesta.

Mantener el personal. En el Restaurante Ortiz de Frías los mismos empleados atienden a los clientes durante todo el año. María del Carmen, consciente de la problemática de contratar personal en verano, mantiene a su plantilla -compuesta por 7 personas- durante todo el año aunque «trabajamos menos horas», confirma.