Cuando hay cambio de color político en el equipo de gobierno en una institución pública, la mitad de los proyectos en marcha se paralizan y la otra mitad se modifican (o esa impresión da desde fuera). Y eso se lleva casi a rajatabla hasta a los campos más abiertos y, aparentemente, menos trascendentes. Incluida la fiesta.
Ya sea por ese 'hacerse notar' y dejar sello propio, por firme convencimiento de que así se mejora, por imposición de unas obras en ejecución o por previsiones meteorológicas, lo cierto es que este 2024 se podría bautizar como 'El año de los cambios'. Y para muestra, un puñado de botones: la jira del Curpillos se llevó del Parral a la Quinta, con buena aceptación entre la mayoría de asistentes. Los títeres de los Cuatro Reyes del Espolón los han trasladado al Paseo de la Isla y en ese hueco céntrico hay conciertos y hostelería. También bien visto y con aplaudida acogida.
A la programación infantil del citado Paseo de la Isla no se la podía mover; pues le removieron el nombre, de Islantia a Isla Fantasía. La cabalgata se pasó a la noche y se intentó que fuera más ágil y breve, con un resultado infructuoso y caótico (la alcaldesa dijo que había «claramente que darle una vuelta, que se recortó una hora y media, pero no es suficiente. Es un poco... Hay que darle una vuelta»).
Y ante el temor a la lluvia, tan asidua y abundante en los últimos días, la tradicional recepción del Ayuntamiento a la ciudadanía -representada en sus partidos políticos, asociaciones, instituciones, empresarios, etc.- se reubicó de los jardines del Palacio de la Isla al Monasterio de San Juan. A cubierto. Y esa decisión fue muy elogiada por las decenas de consultados por DB entre los cientos de asistentes a la misma. Más céntrico y a resguardo de un posible sol abrasador al mediodía, de los previsibles aguaceros y de los posibles vientos fresquitos de esta tierra, dijeron.
(Más información y fotografías, en la edición impresa de este domingo de Diario de Burgos)