El Ayuntamiento de Oña apuesta por reconvertir las paredes más tristes del pueblo en auténticas galerías de arte callejero de la mano de Pablo Amador. El joven emplea la herramienta perfecta para luchar contra la melancolía que provocan estos espacios, el espray, y el punto limpio ha sido el elegido para pasar por el taller. En poco menos de una semana ha dejado de ser aquel recinto rodeado por muros de hormigón en el que se acumulan enseres y muestra los símbolos de la villa a todo color. Y no será el único que este verano cambie de versión.
El artista local es de letras. Y no precisamente porque se le dieran bien en su época de estudiante. Eligió la rama tecnológica y actualmente ejerce como técnico de mantenimiento electrónico. Pero la escritura le acompaña a todas partes. En sus cuadernos, en sus papeles… siempre que saca un rato, escribe. Pero no demasiado. Palabras sueltas con un significado que en ocasiones solo él comprende. Aunque el lettering es un término muy sencillo pero complicado de definir, el oniense deja claro con un trazado en que se basa. Aún así no se conforma. Quiere más, crecer como dibujante y enfrentarse a terrenos desconocidos como el realismo.
La vena artística surgió cuando apenas levantaba un palmo del suelo, coloreaba libros y retrataba lo que veía. Sus trabajos destacaban, al igual que los que ha realizado con el paso de los años. Ha pintado grafitis con amigos pero por temas de «legalidad» últimamente se sentía inquieto. Fue entonces cuando contactó con Belén Paramio, alcaldesa de la localidad, y la transmitió las ideas que rondaban en su cabeza. Ella, fascinada con su trabajo y propuesta, le ofreció 'lienzos' al aire libre para que mejorara su técnica y a la vez adornada algunas de las zonas más descuidadas. Trato hecho.
El coste de los botes que gasta corren a cargo del Consistorio pero la infinidad de horas invertidas en la faena corren a cargo del joven. «Lo hace voluntariamente, es un artista, y nos encantaría contar con él para futuros proyectos», declara la regidora. Ella conocía parte de su obra pero los resultados del trabajo en el punto limpio la han maravillado. «Ha expresado a la perfección lo que le pedimos, los símbolos de Oña, el águila, el árbol, la cruz y el corzo. También el Monasterio de San Salvador».
Los nuevos bocetos se encuentran en el 'horno' y pronto los entregará. Por ahora, Pablo prefiere mantener en secreto su próxima creación pero adelanta que estará «vinculada con el pueblo». La pared escogida en esta ocasión se ubica en la parte trasera del centro polideportivo, en el Parque La Presa, una zona «repleta de pintadas que queremos eliminar», comenta Paramio, que ya piensa en otras localizaciones que acondicionar a base de color y dibujos que transmitan alegría.
Los pasos que sigue parecen sencillos, pero para nada lo son. Primero fotografía el muro y en su iPad realiza los bocetos sobre él. Dibuja las capas y lo plasma lo más símil posible. A continuación, toca cubrirse con la mascarilla y disfrutar del momento, que se alarga durante días. Reconoce sentirse «satisfecho» con los resultados y ya ha recibido la llamada de algún interesado en sus trabajos. Confía en que poco a poco le surjan nuevas propuestas que realizará con la mayor de las ilusiones.
Audiovisual. Las inquietudes -desconocidas- que han ido brotando las aprovecha al cien por cien. Hasta hace medio año nunca le había atraído la fotografía. Sin embargo, se encontró por casa una cámara y la cosa cambió. Desde entonces ha emprendido un nuevo viaje que gira en torno a su afición. Fotografía y graba personas y paisajes, y los resultados los comparte en sus redes sociales. Los escenarios elegidos han sido en Europa pero, ¿quién sabe?, quizás la Sony Alpha A6600 le lleve de regreso a su Bolivia natal.