«Como ducharse con barro». Así definen los vecinos de Navas del Pinar, pedanía a escasos 6 kilómetros de Hontoria, el calvario que están sufriendo desde principios de julio cada vez que abren un grifo en sus casas. Bien sea para beber, lavar la ropa, los platos, refrescarse o asearse por la mañana, lo cierto es que el color del agua que cae se asemeja más al de la arena que al transparente e incoloro al que están habituados.
¿El origen de este desagradable problema? Apuntan que se trata de una cuestión -tristemente- recurrente cada verano, cuando la población de este municipio en plena Sierra de la Demanda pasa de unas 60 a cerca de medio millar de personas. La alta demanda de agua provoca que entre en funcionamiento un depósito auxiliar al general que, habitualmente, durante el resto del año está inutilizado. La gran cantidad de pecina y barro de su interior, unidas al nulo mantenimiento y limpieza y a la falta de suelo provocan que el líquido que inyectan a la red de abastecimiento las bombas salga amarillo.
Así las cosas, cuando la sobrepoblación avala que con un solo tanque no se cubra la demanda ciudadana, los problemas se multipliquen. «La primera semana del verano es ya habitual que la gente pille diarreas o gastroenteritis, en casi todas las casas además», lamentan los vecinos. A pesar de que las aguas sí se cloran y se controlan, el análisis se realiza una vez se han efectuado estos trabajos y no dentro del depósito donde se almacena. Con el consumo humano autorrestringido por los propios habitantes, labores como poner una lavadora, el lavavajillas o lavar el coche se vuelven «una auténtica guarrería».
Visto el panorama, algunas prendas salen «asquerosas» del tambor y con un color más bien pálido frente al blanco con el que entraron. Además, los platos, cubiertos o vasos quedan con cierta arenilla. La ducha es otro de esos retos que los oriundos afrontan con resignación, así como acciones tan cotidianas como lavarse las manos antes de comer, los dientes o la cara cuando uno se despierta por la mañana. ¿La solución que han tenido que tomar los vecinos y veraneantes? Garrafas y botellas por doquier, ya sean procedentes de un supermercado, de una tienda o de la gasolinera más cercana, para el consumo humano o el momento de refrescarse. Es más, ya es casi habitual ver gente que va hasta la conocida como Fuente Somera para rellenarlas. Lejos de cesar este incidente o de ir a menos, denuncian que llevan dos meses en una situación de parálisis sin que nadie les dé ninguna solución ni les plantee otras opciones que no sean dejarse el dinero en comprar agua completamente limpia.
Falta de atención. La última vez que se limpió a conciencia este depósito, recuerdan los vecinos, fue hace alrededor de 25 años. Desde entonces, todos los veranos, cuando el suministro no da más de sí y requiere de un tanque auxiliar para corresponder a la demanda de población, el agua amarillenta vuelve a hacer acto de presencia.
La situación ha llegado a tal punto que se ha registrado un escrito en el Ayuntamiento de esta localidad para que se tenga constancia y tratar, del modo que sea posible, de solucionar una incidencia que trae de cabeza al medio millar de habitantes que veranea de forma recurrente en Navas del Pinar.