La hora ha llegado. El nacimiento del nuevo Ebrovisión tendrá lugar hoy, a las 20:30 de la tarde con su concierto sorpresa junto al río. Desde hace semanas Miranda no tiene habitaciones de hotel vacías, en el cámping del festival han cerrado decenas de reservas y se prevé que toda la ciudad se convierta en un hervidero de buen ambiente, con la música siempre como hilo conductor. La Asociación Amigos de Rafael Izquierdo, que lleva a cabo esta iniciativa, calcula que entre los cuatro días que dura se acumulen un total de 20.000 asistentes en sus actividades, que dejarán en torno a 2 millones de euros en la ciudad. ¿Dónde recaerá ese dinero? En multitud de sectores, pero uno de los principales será la hostelería, que se muestra «expectante» cuando está a punto de comenzar una de las citas que tiene marcadas en rojo en su particular calendario.
El presidente de la Asociación de Hosteleros Altamira, Pepe Rey, así lo explica, y apunta que «si se llenan los hoteles, quienes vienen de fuera también tienen que comer y por eso las previsiones en cuanto a las reservas al mediodía son buenas, está bastante lleno». Para el representante de este colectivo, que «el recinto principal esté más cerca del centro es bueno» porque en las ediciones previas «por las tardes la ciudad se quedaba más desangelada». Este año, con conciertos en la orilla del río hoy a las 20:30 horas, en la Fábrica de Tornillos esta noche, en el parque Antonio Machado durante la última jornada o en el escenario Diario de Burgos del anfiteatro tanto mañana como el sábado, esa cuestión ha cambiado. Eso sí, Rey comenta que «aun así, el recinto principal sigue estando un poco a desmano y eso hace que los restaurantes tengan bastantes huecos para las cenas», a lo que añade que vigilan de reojo «el tiempo, porque el festival se nutre mucho de gente de Miranda, entonces, si llueve, se animarán menos a comer fuera de casa». En cualquier caso, el cambio propuesto por la organización genera cierta ilusión y en este ámbito económico tienen ganas de ver «cómo funciona el nuevo modelo».
No son los únicos, puesto que los fieles del festival, los miembros del público, también reconocen que jamás habían acumulado tanta «inquietud por ver cómo sale todo». Por ejemplo, Carla, una ebrovisiva de pro que lleva a sus espaldas múltiples ediciones, explica que encara el evento con «expectativas altas». Desde su punto de vista, ha sido un acierto «cambiar de un sitio cerrado a uno abierto, porque es más amplio y se espera que tenga más aforo y, por tanto, más ambiente». Una opinión similar tiene su amigo Rubén. No obstante, este joven mirandés destaca de entre los grandes cambios la decisión de repartir la música por un sinfín de escenarios. A su modo de ver, esta iniciativa va a servir para «dar más vida a la ciudad». Si es que es posible.
Eso sí, el cambio no solo se ha dado en la estructura del festival, sino que también se ha apostado por renovar los estilos artísticos que se subirán a las múltiples tarimas. A diferencia de años anteriores, el colectivo organizador ha abogado por cabezas de cartel muy distintos, como Sidecars, que tocará el sábado en el escenario principal precedido de Natalia Lacunza y Shame. Aunque también contará con viejos conocidos, como León Benavente, la banda que hará las delicias del respetable el viernes en el Polideportivo justo después de Belako y The Reytons.
Sobre ello, las personas que van a acudir al festival muestran ciertas dudas. Sara, una mirandesa que lleva al menos un lustro colocándose la pulsera del evento en la muñeca, apunta que «en relación con otros años, hay grupos que me gustan menos, son varios extranjeros y algunos no cuadran tanto». Ahora bien, esta joven reconoce que uno de los sellos del evento reside en que suele dar sorpresas y aclara que va con predisposición a disfrutar de los sonidos diferentes, ya que «en todos los festivales siempre descubres algo nuevo que te gusta (...)».
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