Alas afueras de El Cairo, cerca de la puerta de entrada al desierto y a unos 25 kilómetros de las Pirámides de Egipto, se erige el Hassan Moustafa Sports Hall, un pabellón de última generación que fue construido para acoger el Mundial de Balonmano del año pasado.
Hasta allí se desplazó a última hora de la tarde de ayer el Hereda San Pablo para realizar su primer entrenamiento desde su llegada a Egipto y en ese mismo escenario defenderá hoy su trono en la semifinal ante el Zamalek, campeón de la Champions africana y anfitrión de la Copa Intercontinental. De lograrlo, el club burgalés se convertiría en el primero que gana el torneo dos años consecutivos desde que lo hiciera el Real Madrid en 1978.
El trayecto hasta llegar al estadio habla de una ciudad caótica, superpoblada y que hace serios esfuerzos por mantenerse en pie. Obras inconclusas, edificios derruidos, montañas de escombros y desierto, mucho desierto... Sin embargo, una vez en el pabellón, el panorama cambia radicalmente. Es un recinto completamente nuevo que rebosa modernidad, aunque no podrá lucir en todo su esplendor porque las autoridades egipcias solo permitirán un aforo de 2.000 personas. Entre ellas, habrá alrededor de medio centenar de burgaleses que darán aliento a su equipo desde la grada.
(Más información, análisis de los rivales y las impresiones de Benite y Paco Olmos a pie de cancha, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)