Apenas habían sonado los primeros acordes del piano en el teatro romano de Clunia y el público se arrancó con un caluroso aplauso de bienvenida a Carla Bruni. Ella, decidida, dio unos pocos pasos hasta el micrófono y lanzó una clara declaración de intenciones: deleitar a los allí presentes con una hora de canciones de amor. «Espero que os gusten», afirmó, para después, con una sonrisa pícara donde las haya, añadir que «es todo» lo que tiene o, visto de otra manera, el santo y seña del repertorio que ha labrado a lo largo de su carrera profesional. Dicho y hecho. La artista italofrancesa, con su característica voz susurrante y un estilo puramente aterciopelado, le cantó al amor en todas sus versiones: al loco, a ese que te roba el corazón y también, como suele ser inevitable en tantas ocasiones, al que te rompe el corazón en pedazos.
En formato acústico y acompañada de tres músicos, Bruni, vestida completamente de negro, fue dando cuenta de sus éxitos más conocidos. Algunos en inglés como Crazy y otros en italiano como Dolce Francia, que interpretó sentada al borde del escenario. Pura magia. Tampoco faltaron clásicos como Moon River. De hecho, aseguró que «nunca» olvidará cuando vio por primera vez a Audrey Hepburn cantar «acompañada de su guitarra, sentada en su balcón». Y mientras encadenaba frases en inglés, francés e italiano, no dudó en atreverse con el español. «Algunos quieren poder, otros tranquilidad, otros tormenta, por mi parte solo quiero amor, solo amor», proclamó en un escenario que, aunque no se llenó, lució como en las grandes ocasiones y con una acústica inmejorable como la propia Bruni se encargó de destacar.
El reloj marcaba las diez y media de la noche, cuando Bruni, renovadora de la 'chanson' en clave pop, protagonizó uno de los momentos más esperados al interpretar con gran sensibilidad su conocido Quelqu'un m'a dit. Acto seguido, llegó un apreciado guiño al público de Clunia con su versión en español del Por qué te vas que popularizó Jeanette y firmó José Luis Perales. Al parecer, Bruni se quedó prendada de este tema de la película Cría Cuervos cuando la vio en el cine en Francia siendo una niña. Y ayer le hizo un hueco en su concierto. «Estamos en España, qué suerte. Me gustaría cantar una canción en español», dijo, para alegría de los allí presentes.
Un sinfín de historias. Público, por cierto, llegado de diversos puntos de España. Ahí estaban Víctor y Natalia, ella natural de Salamanca y que aprovechó el ciclo Clunia bajo las estrellas, organizado por la Diputación de Burgos, para conocer el teatro romano por primera vez. También Sonia y Olga, naturales de Palencia. O Puri y Raquel, gran aficionada de Carla Bruni y que, ayer, disfrutó al fin de una de sus artistas favoritas. Très chic.