Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Multas

22/01/2024

Hay noticias que uno, la verdad sea dicha, no sabe cómo tomarse, como las que hace unos días glosaban el sobresaliente celo profesional de los policías locales de la capital burgalesa, que el año pasado batieron las marcas del último lustro al expedir casi 57.000 multas de tráfico. Al ser informados de proeza tal, quienes pagamos contribución no podemos evitar debatirnos entre la satisfacción de pensar que la potestad sancionadora de nuestros agentes ha servido para mejorar la seguridad vial de nuestras calles y la sospecha insidiosa de que el ardor con el que se firman todas esas denuncias responde más a las ansias recaudatorias de nuestro ayuntamiento que al propósito de disuadirnos de saltarnos los semáforos en rojo o de enredar con el teléfono móvil cuando estamos al volante.

En cualquier caso, no deberíamos quejarnos demasiado de lo que pasa en nuestro suelo bendito, pues sabemos de ayuntamientos que demuestran una imaginación mucho más vivaz cuando se trata de castigar los comportamientos del vecindario. Vaya desde aquí el testimonio de nuestra admiración más rendida al equipo de gobierno de Zaragoza, en manos del PP con el cariñoso apoyo de Vox, que ha decidido imponer multazos de hasta 100.000 euros a quienes propalen noticias falsas sobre la administración municipal, singularmente si alcanzan gran difusión, sin que haya trascendido qué criterios se aplicarán para medir el grado de veracidad de todo lo que se publica. El caso es que los empadronados en la capital maña tampoco saben de momento si la nueva ordenanza servirá para mejorar la comunicación del consistorio con sus administrados, o se trata más bien de un artero ataque al derecho a la libertad de expresión e información consagrado en la Constitución.

Puestos a elegir, uno desde luego prefiere que lo sigan cosiendo a multas por no haber sido capaz de sujetar el coche a treinta por hora en la carretera de Poza a que cunda el ejemplo de Zaragoza y nos intenten cerrar la boca en las redes sociales o en espacios como este, porque está convencido de que algunas medidas nacen no precisamente para mejorar la gestión de nuestros recursos, sino más bien con el objeto de someternos y hacer de nosotros unos mansos.