Contar con clientes fijos, de esos que acuden casi todos los días, resulta un auténtico lujo. En Cavia juegan a diario a las cartas tanto los hombres como las mujeres, unos al mus y otras a la brisca. Pero durante los fines de semana los vecinos del pueblo no dudan en ir a tomar el vermú y la cerveza de la tarde a la cantina que ahora gestiona Doroteya Georgieva, creando un gran ambiente. "Meses como enero y febrero fueron muy fuertes, a mí me sorprendió mucho eso", comenta.
Esta mujer estuvo durante diez años dedicándose al mundo de la limpieza, pero tenía claro que no quería pasar más tiempo ahí y por ello se lanzó en busca de nuevas oportunidades. "Estaba muy aburrida de eso y quería un cambio, no tenía nada de experiencia en el mundo de la hostelería", asegura. Se enteró de que la cantina de Cavia estaba disponible y se animó a cogerla, por lo que también aprovechó para dejar la capital burgalesa y trasladarse al pueblo. "También miré otros, pero este es el que más me gustaba", menciona. Procede de Bulgaria y reconoce que se ha adaptado perfectamente a la provincia. "Me gusta mucho el frío, el clima de aquí me encanta. Y además en verano por lo menos se puede estar por la noche cuando sale el fresco", dice.
El pico máximo de clientes se alcanza a la hora del vermú y durante los viernes, sábados y domingos. "La gente del pueblo se junta aquí, principalmente la gente mayor", comenta, ya que reconoce que a diario tampoco se observa demasiada gente por allí. Además, para tener una oferta más interesante ofrece bravas, pinchos de morcilla, pizzas y hamburguesas. Los fines de semana se anima más la gente a salir a cenar y por ello también aprovecha para dar este servicio. Además, para animar la época estival los vecinos han organizado todos los viernes un bingo en la plaza al que suele acudir mucha gente.
Trabajaba
en el sector
de la limpieza y estaba aburrida. Necesitaba un cambio"
El bar es bastante amplio y cuenta con mesas de sobra tanto en el interior como en la terraza. Ella se muestra realmente "encantada" con el funcionamiento del negocio, aunque sí le gustaría que acudiera más gente joven. "La mayoría de personas viven aquí", comenta, ya que hay muchos chalés y gente que trabaja en la capital que se desplaza allí todos los días. Eso sí, aunque en verano se nota un crecimiento de la población, quizás no resulta tan elevado como ocurre en otros pueblos del medio rural burgalés. "En las urbanizaciones sí residen familias más jóvenes", dice, pero por el establecimiento cuando más juventud se observa es durante los fines de semana. "También vienen, como en todos los pueblo me imagino", afirma.
El local también estuvo durante unos meses cerrado hasta que en diciembre decidió cogerlo Doroteya, por lo que de ahí que los vecinos se muestren especialmente agradecidos de contar con un servicio tan esencial para el día a día. "Lo llevo sola, solo cierro los lunes y estoy abierta de 11 a 22 horas, todo el día", detalla.
La hora de ponerse al día.
Entre los clientes habituales se encuentran muchos agricultores, ganaderos, empresarios y jubilados. Muy contentas y agradecidas de contar con este servicio se muestran Encarna y Matilde, dos mujeres que acuden todos los días con sus amigas del pueblo a jugar la partida. Aquí encuentran un lugar ideal para charlar de todo, ponerse al día, y pasar un rato de lo más entretenidas.