Jarocho hijo, el séptimo lanzamiento hacia el toreo

DIEGO PÉREZ LUENGO / Burgos
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La alternativa del pasado jueves de Jarocho supuso la más reciente de las siete que han tomado los matadores burgaleses. Morenito, hace 19 años, fue el último en dar el paso al escalafón superior

Jarocho hijo tomó el jueves en la plaza de Palencia la alternativa como séptimo matador de toros burgalés en la historia. - Foto: Alberto Rodrigo

Lejos del sur llueve, hace más frío y los vientos del arte soplan en otras direcciones. Los toros muchos ni los contemplan más allá de Despeñaperros, pero por suerte, en esta provincia ha habido numerosos casos de apasionados dispuestos a dar su vida por el toreo. Llegar a tomar la alternativa es todo un triunfo, ser figura, un milagro. Con la reciente incorporación de Jarocho en la lista de matadores burgaleses, ya son siete los nombres que conforman esta historia que empieza con Rafael Pedrosa.

Pionero y enamorado del mundo del toro, Pedrosa fue el primer burgalés en tomar la alternativa y lo hizo en León. El por entonces figura del momento Antonio Bienvenida fue el encargado de oficiar el acto con la presencia de Antonio Borrero 'Chamaco' haciendo de testigo. El maestro de Villatoro abriría el camino, inventaría la suerte de la Pedrosina y acabaría sirviendo de ejemplo y referente para todos los que vendrían detrás.

Treinta años después de que Rafael Pedrosa empezase con su carrera en 1957, Luis Miguel Calvo intentó dar el salto al escalafón superior en Burgos. El 29 de junio de 1987 estaba previsto que Julio Robles hiciera de maestro de ceremonias hasta que, en el tercio de banderillas, el diestro local acabó en la enfermería con una grave cornada. Su alternativa quedó, por tanto, pospuesta hasta la feria de San Miguel en Sevilla. El 26 de septiembre finalmente se convirtió en matador de la mano de Manuel Ruiz Manili. Tomás Campuzano fue el testigo y los toros fueron de la ganadería de Guadaira.

El siguiente en conseguir la licencia para matar cuatreños fue quizá el más desconocido de los siete. Juan Carlos Arranz llegó a su alternativa con 28 años. La tomó en su casa, en Aranda de Duero, en el año 1989, con reses de Jacinto Ortega y Juan Valenzuela. Morenito de Maracay fue el padrino y Luis Miguel Calvo el testigo.

José Ignacio Ramos se fue hasta Vitoria en 1993 para que José Antonio Campuzano le cediese su muleta para lidiar al toro Mirador, de la ganadería de Antonio Pérez San Fernando. Rui Benito atestiguó el bautizo taurino. Ramos reapareció hace seis años en su tierra natal para matar una corrida de Victorino Martín y conmemorar así su 25 aniversario de esta incursión en el escalafón mayor. Su carrera está forjada en el valor de las ganaderías a las que se ha tenido que enfrentar.

A partir de los 2000. Una vez inmersos en el siglo XXI le llegó el turno a Roberto Martín 'Jarocho'. A día de hoy es considerado como uno de los mejores banderilleros del panorama nacional, pero antes de tomar la plata ilusionó a muchos vestido de oro. Su alternativa fue el 3 de julio de 2003 con dos de los toreros más importantes de la historia reciente del toreo. José Miguel Arroyo 'Joselito' y Julián López 'El Juli' le dieron una alternativa en la que acabó saliendo por la puerta grande del coso del Plantío. Los toros fueron de la ganadería de Parladé y Juan Pedro Domecq. Al arrancar la temporada de 2005 pasó a poner banderillas.

Morenito de Aranda sigue con su lucha. En el exilio francés ha encontrado un lugar en el que reconocen su toreo a punto de cumplir 20 años como matador de toros. En 2005 en Valladolid, con Salvador Vega de Padrino y José María Manzanares hijo de testigo, tomó una alternativa que le ha llevado a saborear el triunfo en plazas como Madrid, donde sabe lo que es salir a hombros. Su estilo, apreciado y valorado por aficionados y profesionales, sigue teniendo aún mucho que decir.

Y el último en llegar a este listado de honor en la tauromaquia burgalesa ha sido Roberto Martín 'Jarocho' hijo. El jueves pasado hizo su primer paseíllo como matador de toros en Palencia y consiguió hacerse con un botín de tres orejas. «Fue un día muy bonito, sentí cosas muy bonitas y por momentos pude torear como siento», reconoce el joven torero. Del cartel se cayó a última hora el que iba a ser su padrino, Cayetano Rivera. «Me dio mucha pena que no pudiese darme la alternativa, pero estoy muy agradecido al maestro Luque por la categoría que tuvo conmigo y el detalle tan bonito de sacar a mi padre como testigo».

Es consciente de que a partir de ahora va a tener que seguir trabajando para ganarse los contratos e «intentar llegar algún día a ser figura del toreo». Y por último admite que «es una responsabilidad llevar el nombre de Burgos por las plazas y espero poder darle muchas alegrías a la afición burgalesa».