A falta de dos meses para que los trabajos de vendimia comiencen en la las parcelas más adelantadas en su maduración, sobre todo las de la variedad albillo mayor, los bodegueros ya están empezando a buscar uva para comprar. Con un simple vistazo al estado de las viñas, el sector empieza a hacer sus primeras previsiones de cosecha y la estimación apunta a que rondará los 100 millones de kilos de uva, lo que supone un 15% menos que el año pasado, cuando las lluvias de última hora engordaron los frutos y dejaron este registro en la media de las vendimias anteriores.
Esta reducción del rendimiento del territorio de la DO Ribera del Duero se debe a tres factores. Primero, las dos heladas que atacaron a una importante superficie. En estas zonas, la cosecha será la mitad de la esperada. El segundo factor son las granizadas que, allá donde tuvieron mayor incidencia, van a provocar que se recoja sólo un 30% de media con respecto a otros años. Y el tercero empezó a gestarse después de la vendimia de 2023. «Va a venir una cosecha con muy poca producción, la uva se hace en septiembre y octubre, después de vendimias, y como haya venido de un año muy seco y no tenga suficiente agua debajo, la viña se resiente, como pasó el año pasado», explica el bodeguero Félix Marina, de Vino Feliz.
Aunque los expertos consultados insisten en que «es difícil generalizar en un año tan dispar como este», la reducción de lo que será la futura cosecha se va a notar en casi toda la DO. «Si no hubiera helado, aún así hubiéramos tenido una producción de un 70 o un 80% con respecto a un año normal, una cifra moderada», estima José Manuel Pérez Ovejas, de Dominio de Calogía, con lo que «en algunas parcelas no habría hecho falta siquiera hacer el aclareo de racimos».
Con este panorama a dos meses vista, las bodegas que no tienen viñedo propio, o que teniéndolo precisan de más producción para sus elaboraciones, ya se están empezando a mover para adquirir lo que necesitan para alcanzar el stock que necesite cada una. Una circunstancia que, unida a la previsible escasez de uva, podría derivar en un incremento del precio a pagar por esos frutos. «Los bodegueros están buscando pero sin hablar de precios y los viticultores están esperando, es pronto para cerrar tratos», pone en contexto la situación actual Pérez Ovejas.
Estas estimaciones a 26 de julio las comentan en el sector con «mucha prudencia» porque en los dos meses que restan «todavía pueden pasar muchas cosas». Pero de puertas para adentro, tanto viticultores como bodegueros empiezan a hacer sus cálculos para preparar lo que necesitan unos para llevar a cabo las labores de vendimia y otros para cubrir el cupo de kilos para su previsión de botellas.
Desaparecen los riesgos sanitarios para las viñas. Una buena noticia es que el estado sanitario de la uva a día de hoy es muy bueno. El riesgo de sufrir las plagas de hongos típicas del viñedo, que aparecieron durante las semanas lluviosas del mes de junio, han desaparecido por completo con la llegada de los rigores estivales.
En el caso del mildiu, que tiene en la humedad su caldo de cultivo favorito, ha dejado de estar presente hace muchos días en las gráficas de riesgo de los viticultores. Sin rastro de precipitaciones, esta enfermedad no tiene el clima propicio para prosperar. Algo similar sucede con el oidio, que aunque permanece en las cepas, cuando la temperatura supera los 30 grados ambientales se queda aletargado y no se desarrolla.
Por eso, un verano cálido y sin lluvias es el escenario ideal para la maduración de los racimos.