Las carreteras secundarias se cobran 13 vidas en un año negro

FERNÁN LABAJO / Burgos
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Las vías convencionales de la provincia volvieron a ser letales en un 2024 que termina con solo un fallecido menos que en 2023. Las distracciones siguen siendo la causa más frecuente. Hay que lamentar otros dos muertos en término urbano

22 de noviembre. N-627. Un transportista y la conductora de una furgoneta perdieron la vida en una colisión frontal a la altura de Basconcillos del Tozo. Fue el último siniestro de 2024. - Foto: Patricia González

Un trágico otoño ha convertido este 2024 que agoniza en otro año negro en las carreteras burgalesas. Lo que en otras ocasiones ocurría en verano a causa del incremento de los desplazamientos, esta vez se ha concentrado en un mes fatídico para cerrar el ejercicio con 17 fallecidos, uno menos que hace un año, pero que no deja de ser una cifra trágica. Una vez más, las convencionales fueron letales al cobrarse 13 vidas, especialmente aquellas que están sin desdoblar como la N-122, la N-627 o la N-623. Las distracciones están detrás de la mayoría de estos siniestros y la DGT seguirá incidiendo en este aspecto.

El primer accidente mortal del año tuvo lugar en una de las carreteras más conflictivas de la provincia, la CL-629. Fue el 25 de enero, a la altura del kilómetro 99, en el Valle de Mena. Un hombre de 70 años pereció tras una colisión entre dos turismos. Otras dos personas resultaron gravemente heridas. Apenas dos semanas después, una mujer perdió la vida en la AP-1 tras una salida de vía en los túneles de Pancorbo. Se cree que una distracción o la somnolencia estuvo detrás del fatídico suceso.

El despiste también es el principal hipótesis del accidente mortal ocurrido el 8 de marzo en uno de los pocos tramos terminados de la A-73. Una mujer natural de Toledo que viajaba en dirección a Asturias se estrelló contra un vehículo de mantenimiento que en ese momento se encontraba detenido. Murió en el acto.

Hasta julio, se mantuvo una media de un fallecido al mes en las carreteras. Así, el 29 de abril una negligencia por alcoholemia positiva pudo estar detrás de la muerte de un hombre de 40 años que viajaba en un turismo que acabó estrellado en un arroyo de un camino entre Grijalba y Villasandino. El conductor del turismo, que abandonó el lugar de los hechos tras el siniestro, fue detenido y está siendo investigado.

El 27 de mayo, fue un motorista de 68 años natural de Quintanar de la Sierra quien perdió la vida cuando viajaba por la CL-117 en dirección Burgos, a la altura de Palacios. Se cree que una furgoneta que circulaba en sentido opuesto realizó una maniobra irregular y provocó el choque frontal con el ciclomotor. Una semana después, en la AP-1, fue una colisión múltiple la que dejó un trágico balance. Una mujer de 73 años murió en este siniestro ocurrido a la altura de Quintanavides. Otras cuatro personas sufrieron heridas de diversa consideración.

El verano fue más tranquilo que el de años anteriores. Aun así, hubo que lamentar tres accidentes mortales con cuatro fallecidos. El primero se produjo en la N-234, una de las carreteras más letales de la provincia, a la altura de Barbadillo del Mercado. Un vecino del municipio de 83 años fue arrollado por un camión cuando trataba de hacer un cambio de sentido para llegar a una finca de su propiedad. El 2 de agosto, un ciudadano portugués de 26 años que circulaba por la A-231 se salió de la carretera a la altura de Villasandino. Murió en el acto y su hermana, de 17, resultó herida leve. Una vez más, la sospecha es que una distracción estuvo detrás del siniestro.

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