Encontrar las siete diferencias entre Ibiza -concretamente Santa Eulalia- y Oña puede ser tarea de coser y cantar para la mayoría de los mortales. Sin embargo, a Félix Cruz y Álvaro Plaza no les resulta tan sencillo. La más clara, y la que más echan en falta, es la de ver y oler el mar a diario. Lo demás se asemeja bastante. De la isla bonita destacan su carácter rural y que en invierno «cuesta encontrar un bar abierto para tomar un vino a partir de las 5 de la tarde», hora en que las farolas del puerto se apagan (hablamos de la zona este).
En verano, estalla la locura. En la villa condal también pero a pequeña escala. Inviernos duros, primaveras alegres y junios, julios, agostos y septiembres a 'todo tren'. La adaptación al cambio de ubicación ha sido más fácil de lo esperado. También la de aparcar las tijeras y maquinillas o la de dejar de dirigir equipos de más de 30 personas en hoteles distinguidos por servir cañas y elaborar pinchos en el pueblo.
En ocasiones, la vida te da un revés, y uno debe amoldarse a lo que llega. Si es en compañía del amor de tu vida, mejor. Hace 8 años Cruz dejó Madrid para seguir a Plaza. ¿El motivo? La posibilidad de crecer profesionalmente. Mucho antes la villa condal para trabajar en salones de peluquería de la capital. Allí conoció a su marido, madrileño y apasionado del mundo de la hostelería y la restauración. Durante estos años han recorrido el mundo y conocido rincones especiales que siempre les acompañan. Ahora con más motivo.
El Lugar, su nuevo proyecto hostelero, conserva la esencia de todos esos puntos en formato gastronómico. Con las puertas recién abiertas, los empresarios se han hecho un hueco entre el resto de barras de la villa -y de las de otros tantos kilómetros a la redonda- y ofrecer un buen plan de arte culinario: degustar hasta 17 bocados y dos tipos de tortillas de patata 'made in Oña', con toques de añoranza de otros sitios.
Álvaro se encarga de los fogones. Su experiencia como guest experience manager en hoteles de Ibiza, Londres, Miami o Sitges le permite descifrar con rapidez los gustos del consumidor, y el primer fin de semana de apertura del local -el pasado- consiguió sorprender gratamente a los clientes con un 'cóctel' de sugerencias adaptadas y mezcladas con producto local. «Un pan bao relleno de calamares a la andaluza y mayonesa de kimchi con cebollino picado ha triunfado», declara la pareja. El de bacalao con falso pil pil y alioli de ajo negro, también. El bocata de pan de chapata con pollo, jamón, tortilla francesa y pimiento verde se ha posicionado como otro de los preferidos. ¿Quién puede resistirse a tales manjares?
Un toque diferente a la vez que apetitoso hace que la cosa «marche bien». De lunes a viernes la propuesta desciende hasta las 8 opciones más la tortilla -de siempre- y la de chorizo picante de León con queso de tetilla. Los 'findes' se duplica. Como buenos anfitriones y con paladares a prueba de bomba se sienten «agradecidos» de la acogida de sus elaboraciones, todas ellas con lazos de unión a los destinos que les impresionaron. La calle del Pan ha 'resucitado' con El Lugar. Queridos lectores, abran sus sentidos y gocen del rico patrimonio gastronómico de la villa condal. Hagan un viaje sensorial hasta las cocinas de otras tierras. Sus mentes se lo agradecerán.