Si el joven Jim encontró un mapa en el que aparecía la ubicación de un tesoro oculto en una isla desierta del océano, alumnos de 1º de la ESO tienen en sus smartphones algo parecido a un plano como aquel de la novela de Stevenson, salvando la distancias tecnológicas: también está marcado un objetivo, un tesoro. En este caso, no se trata de oro y plata, sino de un árbol.Y para dar con él tienen que aplicar todos sus conocimientos. El paraje también es una isla, pero no está en mitad del mar, sino en el parque de esta ciudad que lleva ese nombre, un recinto ajardinado lleno de muy diversas especies arbóreas. Y el tesoro no lo ocultó ningún pirata: todo es obra del profesor Joaquín García Andrés, autor de programas didácticos pioneros y exitosos como ¿Quién mató al gobernador? o Tras las sombras del III Reich. El último se llama Investigando en el Paseo de la Isla y ya ha sido 'testado' por alumnos del IES Diego de Siloé.
«Es una situación de aprendizaje, es decir, una propuesta de trabajo en la que los protagonistas son los alumnos.Los profesores simplemente somos mediadores o acompañantes aunque, lógicamente, hemos preparado previamente la actividad. Los chavales lo que tienen que hacer es descubrir una serie de árboles, en este caso aplicando todas las 'competencias clave', que es como lo llama ahora la actual Ley de Educación.Hay dos departamentos implicados: el de Geografía e Historia y el de Biología. El objetivo es que los alumnos aprendan de forma autónoma y cooperativa, porque se organizan en grupos», explica García Andrés.
Es, también, un juego a la vez que un desafío. Los alumnos tienen que 'analizar' una veintena de árboles del parque -en esta época del año se ha planteado el programa en aquellos de hoja perenne-; sucede que unos son gimnospermas y otros angiospermas. Esa diferencia biológica les irá ofreciendo claves que les llevarán al tesoro, que es el árbol más antiguo del paseo y de la botánica en general. Ha diseñado García Andrés una web, abierta a cualquier centro educativo. Los alumnos tienen que ir localizando árboles a la vez que siguen las instrucciones de la web; cada vez que encuentran el ejemplar que toca, lo identifican a través de la placa que está a su pie; una de las palabras del nombre científico de cada árbol es el código que les permite acceder a la actividad (hay una por cada árbol).Si lo hacen bien, además de pasar al siguiente árbol, obtienen una letra que conformará el código clave que les revelará el tesoro. Todo ello con sus móviles en la mano.
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