El mejor de los escenarios es desolador. En el hipotético caso, tan idílico como irreal, de que los consorcios del Desvío y de Villalonquéjar lograran vender mañana todo el suelo del que disponen en la ciudad al precio que están reclamando en la actualidad, aún habría más de 35 millones de euros de la mal llamada deuda sostenible que se sabe ya que nunca se podrán saldar con la venta de suelo. Pese a que la teoría, que no la práctica, venía a decir que los créditos del conocido como Tramo A se podrían amortizar con los ingresos obtenidos por la enajenación de parcelas.
La situación más delicada es la del Consorcio de la Variante Ferroviaria, del que aún quedan por amortizar de la deuda sostenible 96,3 millones de euros (según los datos que se aportaron en el consejo rector celebrado el pasado mes de noviembre). Sin embargo, un repaso por los precios que el propio ente a puesto a cada uno de sus activos permite comprobar que todos ellos están valorados en 67,7 millones. Dicho de otra manera, se asume que casi 28,6 millones de esa deuda, el 30% del total, nunca se podrán amortizar por ingresos derivados de la venta de suelo.
Es cierto que el precio que ahí se fija para cada uno de los solares es el de partida, pero también lo es, a la vista de los acontecimientos, que están muy por encima de lo que el mercado está dispuesto a pagar por ellos. Prueba de ello es el nulo interés por la gran mayoría de estas parcelas.
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