El orgullo de tener su propia huerta

F. MARTÍNEZ DE ARBULO / Burgos
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Las parcelas de Soto de Don Ponce acogen a los burgaleses mayores de 60 que quieren pasar el tiempo cultivando sus frutas y hortalizas

Evelio y Elena posan con los alimentos que cultivan en sus pequeños huertos de Soto de Don Ponce. - Foto: Patricia

Son muchos los que quieren disfrutar su jubilación de una forma distinta, más original y que llene el mayor espacio de tiempo posible. Aquellos que vivimos en la capital burgalesa lo tenemos relativamente fácil. Resulta que a orillas del río Arlanzón, a la altura del barrio de Capiscol, se asoma un lugar ideal para pasar esos ratos en los que no estamos ni con los amigos, ni con la familia. Los Huertos de Ocio Soto de Don Ponce. Juan José Saiz, uno de los técnicos, asegura que todos salen encantados de allí. Ya sea para echar un vistazo y asegurarse de que todo está en buenas condiciones, para regar cada pequeño trozo de tierra que forma parte de sus parcelas, o para cultivar nuevos alimentos y poder repartirlos entre sus seres más cercanos. Ahora es verano, pero en invierno también es una opción muy saludable y satisfactoria para todas estas personas. 

Entre tomates, berenjenas o pepinos pasan sus días los mayores de sesenta que cuentan con alguna parcela de las noventa y dos que hay en estos huertos. Además, dos de ellas están reservadas para entidades con fines sociales. Cada uno tiene dos años la posesión de la huerta y luego se vuelven a repartir entre los que esperan su turno en la lista.   

Es todo natural, sin fertilizantes ni nada por el estilo, solo lo pueden utilizar para consumo propio y cada uno piensa sus métodos para cuidar los alimentos. Por ejemplo, Evelio, uno de los propietarios de las parcelas, hace uso de una estructura vertical para que los pepinos no rocen el suelo, o cubre los tomates con una red verde, evitando así que los pájaros se los coman. Por otro lado, Pedro utiliza el riego por goteo, una idea original y con la que cuida de una forma más eficiente su parcela, aprovechando cada vez que se llena el caudal del agua. Además, hablamos con Elena, que con una sonrisa y regadera en mano, nos contó lo gratificante que era para ella y su familia el hecho de estar allí. Ella misma aseguró que la gran mayoría de las frutas y hortalizas que se comen en casa, tienen su origen en estos huertos. 

Por su parte, el Ayuntamiento es uno de los principales partícipes de esta actividad, que se encuentra dentro del programa de envejecimiento activo que llevan a cabo desde el consistorio. 

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Algunos de los hortelanos que se encontraban cuidando sus parcelas durante esa mañana nos trasladaron que cada vez son más los pequeños intrusos que se entrometen en sus cosechas. Entre los ratones y los topillos, no permiten que todo lo que cultivan salga adelante. Por lo que muchas veces trabajan en balde y es algo que, a algunos, les sienta francamente mal, por no poder hacer nada para remediarlo. Ellos, simplemente, esperan que haya soluciones y que puedan cuidar de sus pequeñas huertas con normalidad. 

A pesar de todo, siguen allí y no piensan dejar su labor a medias. Es por ello que seguirán cuidando y cultivando sus preciadas calabazas, judías, calabacines, alubias y berenjenas todo el tiempo que sea necesario.