Se trata de uno de los lugares más visitados de la capital, la gran apuesta arquitectónica del siglo XXI hasta el momento y un referente turístico y científico destinado a captar las miradas del mundo. Con esa carta de presentación cada detalle cuenta y el Complejo de la Evolución Humana debería estar cada día en perfecto estado de revista.
Sin embargo, los pasillos que dividen el Fórum, el Museo de la Evolución y el Cenieh sufren desde años los efectos del vandalismo y de la dejadez. Ello se traduce en la degradación de un espacio destinado a brillar por dentro y por fuera.
No se trata de simples corredores que dividen los tres grandes bloques situados en el corazón de la ciudad. Es ahí donde lucen las grandes aspas que marcan la diferencia y caracterizan el diseño original de Navarro Baldeweg, el mismo lugar donde la luz juguetea con las cristaleras para hacer un efecto único.
‘Cicatrices’ que dejaron años de pintadas en la bases de las aspas. - Foto: ValdivielsoPero con el paso del tiempo la realidad deja a la vista la falta de cuidados, el paso del tiempo y la bruta huella del hombre. La pasada semana apareció en el pasillo que separa el Fórum y el Museo de la Evolución un aspirador destrozado en piezas esparcidas en varios metros a la redonda. Una especie de metáfora con sorna que se mezcla con piezas de clínker en las últimas y con 'vegetación urbana' que se apodera del entorno.
Lo curioso es que hubo tiempos peores, como demuestran las marcas de las pintadas borradas en las bases de las aspas. Ya hay nuevas 'firmas' a los pies del Cenieh, fruto en su mayoría de los grupos de jóvenes que se refugian en los recovecos del complejo como sede de su tiempo libre. Las jaranas son habituales y se dieron casos en los que algunos grupos accedieron también al aparcamiento subterráneo.
La degradación del espacio es palpable, aunque Aurora Martín valora el cambio notado en los últimos meses. «Precisamente, hemos visto que la situación ha mejorado», indica con alivio la directora gerente del Sistema Atapuerca. «Habitualmente las aspas tenían pintadas y ahora se limpian más», recuerda, para destacar también las molestias que generan en ocasiones los jóvenes aficionados al monopatín. «Notamos que ahora hay más vigilancia. Hablamos con el Ayuntamiento de esta cuestión y parece que hay un cambio», resume Martín.
Esta zona de paso aguarda el momento de brillar de nuevo y el nuevo director general de Promueve aspira a que ese día llegue lo antes posible para mostrar la mejor cara del complejo. «Una de las partes más importantes del proyecto de Navarro Baldeweg a nivel arquitectónico fueron los juegos de luces y de sombras que se generan en esas calles interiores con las aspas. Eso es esencial», explica el también responsable de la gestión del Fórum, un Alejandro Sarmiento que en este momento echa de menos «la iluminación» de esos pasillos. «Eso me interesa mucho porque lo considero muy importante para el entorno», comenta.
Sarmiento conoce al dedillo esta circunstancia sufrida durante su etapa como gerente del Museo de la Evolución Humana. «Durante años aquello fue un problema casi de orden público», recuerda.
Si bien lo peor quedó atrás, el complejo de la Evolución pide un impulso definitivo para dejar atrás una situación que ensombrece un escenario diseñado para proyectar al mundo la imagen de Burgos. Sus calles interiores cruzan las aspas -a falta de dedos- para que los cuidados iniciados se mantengan en el futuro para olvidar esta etapa.