Hoy en día la mayoría de los niños cree que el pollo, el conejo o la ternera que comen de segundo plato un día sí un día no procede de las estanterías del súper o de la carnicería de la esquina. Los mataderos son un invento muy reciente. El hombre de Atapuerca se las tenía que arreglar con instrumentos manuales si quería llevarse a la boca un pedazo de carne. La práctica de la caza fue la que impulsó la evolución de los homínidos, al incorporar las proteínas a su dieta.
Y, claro, no tenían escopetas. Una de las primeras armas fueron las azagayas, unas lanzas de madera que impulsaban con un propulsor para proporcionar más potencia al disparo y alcanzar mayor distancia. ¿Están desuso? Por supuesto. Pero los aficionados a la arqueología han recuperado tanto esta arte de caza como la del arco prehistórico. De hecho, este fin de semana se desarrolla en Ibeas de Juarros el Campeonato Europeo de Tiro Prehistórico que organiza el Ayuntamiento, Sierra Activa, Sistema Atapuerca y la Diputación.
Hay auténticos apasionados de este deporte. Hasta 50 personas procedentes de toda España se apuntaron a la competición, un número elevado teniendo en cuenta que en Huesca se celebraba otro evento de similar naturaleza. Ayer tuvo lugar la competición de tiro con azagaya y hoy le toca el turno al arco. El viernes, los participantes construyeron sus propias armas.
El arte de la azagaya es difícil de dominar. La lanza se apoya en un propulsor formado por una vara de madera terminada en un dispositivo de apoyo o espolón, donde se introduce el ástil. El cazador echa el brazo hacia atrás flexionado el codo. Coloca el propulsor a la altura de la cabeza y lo impulsa hacia delante. El objetivo es acertarle al centro de una dianas en las que están dibujados animales, conejos, osos, corzos, etc.
El fin es lograr la máxima puntuación en los 10 puestos que la organización dispuso en un área próxima al río Arlanzón, en Ibeas de Juarros.
Eduardo Cerdá, uno de los organizadores del torneo, explica que «hay más afición de la que parece e incluso en otras ediciones han acudido lanzadores franceses y belgas». Este año no han acudido extranjeros pero ha llegado gente desde Cantabria, Madrid o Valencia. Ahí es nada. José Aurelio García Munúa y su hijo Kevin García Estébanez son fijos en esta clase de competición. No es la primera vez que acuden a Ibeas. El padre trabajó durante años en Altamira y ahora dirige y organiza actividades de arqueología experimental y didáctica en prácticamente todas las cuevas de Cantabria, sobre todo en Monte Castillo.
Es el mejor. No lo dice él, su humildad no se lo permitiría. Lo dicen sus compañeros de ‘batida’. «Es el único capaz de vencer a los franceses», afirma uno de sus amigos. Yes que los gales deben ser los números uno del tiro prehistórico.
Gabriel González llega de Madrid. Su profesión no está relacionada para nada con la Arqueología, es informático, pero se aficionó al tiro con arco y cuando la practicaba comenzó a interesarse por el arco prehistórico. «Una cosa llevó a la otra y ahora también tiro con la azagaya, aunque es un arma muy complicada», reconoce. Pero bueno, quedar primero no es el objetivo, «lo bonito es construir las armas hacer el recorrido con el resto de compañeros y pasar un buen fin de semana». dice.
Miguel Ángel viene de aún más lejos, de Valencia. No lo hizo para participar sino para conocer Burgos junto a otro amigo. Se enteraron de que el fin de semana en que iban a visitar la provincia se celebraba el torneo y se apuntaron. «Hoy (por ayer) hemos visto los yacimientos por la mañana y por la tarde tiramos la lanza», comenta. Hoy acudirán al Museo de la Evolución Humana (MEH) y por la tarde competirán en el concurso de arco. Por cierto, las armas pueden se de la dimensión que desee su propietario pero han de estar construidas con materiales naturales. Los metales, los plásticos y los materiales sintéticos están proscritos. No obstante, por razones prácticas se permiten pegamentos y colas.
El primero en el torneo fue José Aurelio Munúa, seguido por José Ignacio Grande y Kevin García. En mujeres, ganó Chus Cortezón.