Que Burgos no es Río (de Janeiro, claro) lo ve hasta un ciego, aunque agua, agua... hubo en el desfile, no tanta como para salir corriendo ¡a Dios gracias!, pero si la suficiente para que el público siguiera el desfile carnavalesco bajo los paraguas, lo que impidió, de paso, lucir los disfraces a los pocos valientes que se atrevieron a cambiar de aspecto, prácticamente todos niños. En todo caso, se hace lo que se puede y no vamos a restar mérito a quien lo tiene y mucho por desafiar al tiempo y a la vergüenza y montarse su fiesta a la que, de paso, invitan a toda la ciudad.
Y ese mérito no es de nadie más que de las 29 comparsas que participaron en el paseo carnavalesco por las calles del centro histórico, partiendo de la plaza del Rey San Fernando y acabando en la Plaza Mayor, tras recorrer el Espolón, calle Vitoria, SanLesmes, SanJuan, Alonso Martínez, Laín Calvo y Cardenal Segura.
Una hora antes del desfile, la plaza de la Catedral se convirtió en una gran plató en el que fueron aterrizando indios, vikingos, piratas, cruzados y caballeros y damas del Medievo. Vamos, que eso parecía el rodaje de una peli del oeste o el de Águila Roja; pero hete aquí que de pronto aparecen otras tribus más contemporáneas: toreros, astronautas, playmóbiles, mirós (de Miró y su pintura), zombis, tan de moda, y hasta nuestros vecinos de Gamonal (La Juventud Obrera Cristiana dando su versión de lo sucedido en el barrio, pero mandando, a la vez, un mensaje de esperanza a través de la participación, solidaridad e implicación). Esto ya empezaba a cuadrar: pasado y presente se fundían y comenzaban juntos a desfilar por el Espolón, calle Vitoria y demás recorrido abarrotado de burgaleses.
Pero el desfile no le abrían las comparsas burgalesas. Como es tradicional, lo hacen asociaciones y grupos que van calentando y animando el ambiente con su música, sus espectáculos callejeros y hasta sus irreverencias. Abrían la comitiva Les Nomades, de Actúa Producciones, de Barcelona, a los que seguía el ritmo ochentero de Fiebre del Sábado Noche, de la vecina Cantabria. Ronco Teatro, Dramomediana y Artistas Plásticos de Gamonal, con sus escenificaciones de Don Carnal y Doña Cuaresma, sin olvidar a Doña Gula, que también se coló. El Comité de Folclore llegó al galope, con sus caballos de carnaval, y Amigos de la Dulzaina y Artistas Plástico de Gamonal, con sus comparsas de cabezudos y dulzaineros. Finalmente, Scura Splats, de Castellón, fueron los más espectaculares. Estos trajeron hasta Burgos su particular selva ‘de la vida real’, representada por un enorme elefante, un gorila, una pantera y varias avestruces que desde su enorme altura saludaban al público. Esto nunca falla, porque los más pequeños se quedan anonadados viendo a estos animalitos, aunque sean de ‘mentira’. Entre las comparsas, destacar a los ‘fieles’ de cada año en carnaval: Aspanias, Síndrome de Down, Apace-Burgos o el Centro Ocupacional El Cid.