Juan Carlos Pérez Manrique

Estos días azules...

Juan Carlos Pérez Manrique


Lotería y cultura

11/12/2024

Lotería y cultura viven en un abrazo por el que se ensanchan y alimentan. Por una parte, las imágenes que la lotería incluye en sus décimos siempre nos remiten a parte de nuestro patrimonio común, arte, tradiciones y conmemoraciones. Por otra, su presencia y su intenso latido en la forma de vivir la Navidad en una sociedad que por distintos motivos celebra tanto esas fechas, no ha podido pasar desapercibido para la literatura, el periodismo, la pintura, el cine, la música, la fotografía o la publicidad de mayor impacto protagonizada este año por Julián con el que todos quieren compartir. 

En el Madrid del Siglo de Oro sonaba ya el canto de los niños del colegio de San Ildefonso, entonces llamados niños de la doctrina, y de ellos habló Cervantes, o Sancho, en una de sus cartas a Don Quijote casi dos siglos antes de que esos muchachos empezaran a cantar, hasta hoy, la lotería de Navidad. Solo en la Navidad de 1938, en la lotería del bando sublevado, lo cantaron en Burgos los niños de este hospicio como si fuera obligado que los más abandonados a su suerte tuvieran que ser los encargados de repartir la fortuna entre el resto, encargándose también de que nunca abandonara el bombo la bola de la esperanza, verdadera protagonista cuando empieza a girar cada año.

Igual que Galdós recogió en la literatura (Fortuna y Jacinta, 1887) la raíz social del sorteo, Van Gogh lo hizo en la pintura con La Lotería Estatal (1882). Si desde el periodismo Pérez Reverte añora la figura del vendedor de lotería, en la pintura Manuel Losada le muestra dotado de esa dignidad que portaban otros personajes deformes y marginados, protagonistas desde el Barroco (Vendedor de Lotería, aprox. 1900). 

Valle-Inclán, Pardo Bazán o Chejov hablaron en sus textos de los premiados y su deriva de la misma forma que lo hicieron Chueca y Carrión en El chaleco blanco y que lo hizo Capra en Qué bello es vivir. El azar transforma vidas y eso sucedió en el caso de premiados como el pintor Monet que terminaría comprando cuantos nenúfares quisiera, del aragonés Acín que decidió financiar a Buñuel su documental sobre las Hurdes para denunciar la miseria de aquella zona extremeña o del matemático francés De la Condamine que, enriquecido con la lotería francesa, dedicó su capital y su vida a la exploración, la investigación y el progreso. Y es que la lotería siempre ha vivido en un abrazo permanente con los referentes culturales, sí.