Cuando a España se le acabó la provisión de divisas debido a nuestro aislamiento y la falta de ideas para remontar, un brillante grupo de catedráticos pactó con el régimen y con el Banco Mundial el Plan de Estabilización. El 'baby boom' que ahora se está jubilando fue consecuencia de ese chispazo, que disparó el crecimiento en España. Luego, la crisis del petróleo y la parálisis institucional nos devolvieron a un desequilibrio tan brutal que estuvo a punto de provocar la enésima suspensión de pagos del país. Entonces, apareció en televisión a las 9 de la noche un palentino, vicepresidente económico del Gobierno, para poner los puntos sobre las íes y avisarnos de la que se avecinaba. Don Enrique Fuentes Quintana. Con su ascendente moral de catedrático, fiscalista, investigador y reputado economista, fue capaz de inyectarle argumentos a Adolfo Suárez para que se firmaran los Pactos de la Moncloa. La hemorragia se paró y desde entonces comenzó otra historia.
Es un personaje capital, de esos profesionales forjados en las aulas universitarias y en los servicios de estudios, con contactos internacionales y sobrados conocimientos, que adquirieron el compromiso de participar en política para ayudar. Hoy no ocurre exactamente lo mismo. The Economist ha elegido, como cada año, la palabra más importante: en 2024, 'kakistocracia', que en Grecia definía el gobierno de los incompetentes. Así andamos. Le debemos mucho a esa generación que se arremangó.
Fuentes Quintana es, además, el inspirador de la reforma fiscal que reequilibró las cuentas del Estado mediante un sistema impositivo moderno y progresivo. Pero, sobre todo, fue una persona cuyo ascendente provenía de la autoridad moral que imprime el saber lo que se tiene entre manos. Conviene que no le perdamos la pista a su legado. Estos días habría cumplido 100 años y está siendo recordado con actividades académicas promovidas por la Diputación de Palencia y por varios homenajes en Carrión de los Condes, su localidad natal. Mejor nos iría si contáramos más con él.