Seguro que Ud. ha dicho muchas veces esta frase invocando una situación en la que abundaron las risas. Y lo hizo con una renovada sensación de bienestar porque el humor, no lo olvidemos, genera endorfinas, que son las hormonas de la felicidad. De ahí la fuerte complicidad que se crea cuando nos echamos unas risas con amigos, parientes o colegas: ¿Te acuerdas, fulanito/a?¡Cómo nos reímos! Pero el sentido del humor nos separa tanto como nos une, porque hay muchas formas de reírse y porque hay (bastante) gente que no se ríe nunca.
No sabría decir si el humor es algo congénito o puede aprenderse. Yo crecí en una familia donde reírse se valoraba tanto como trabajar o ser buena persona y en cualquier comida o reunión se contaban historias hilarantes. La risa como tradición y hábito, una bendita herencia que seguimos practicando cuando nos juntamos. Y pienso que lo mismo puede aplicarse al aula, porque hace más de 2.000 años el poeta Horacio ya aconsejó lo de instruir deleitando. Como ejemplo, un profesor de secundaria acaba de publicar Ríete de la Lengua, un libro con 500 chistes sobre conceptos lingüísticos que usa en clase. Los alumnos se lo agradecerán
Los grandes pensadores han dedicado muchas páginas a definir algo tan complejo como el humor. Algunos hablan de la teoría de la superioridad, que nos hace reírnos de los que nos parecen inferiores. Pero ¿qué tienen los de Lepe, por ejemplo, para ser referente nacional de la estupidez? Otros resaltan la incongruencia y cualquier subversión de la lógica y del orden establecido, ya sea sátira, parodia, humor negro, verde, blanco, absurdo etc., dependiendo de la personalidad, el origen y la edad .
No olvidemos que el hombre es el único animal que se ríe, como ya adelantó Aristóteles, y que la risa alarga la vida y hace mucho más soportable este valle de lágrimas. Por ello, si tiene Ud. sentido del humor, enhorabuena; si además se ríe con su pareja, durarán juntos muchos años, según un estudio de Berkeley University. Y si encima es capaz de reírse de sí mismo/a, descorche una botellita de cava porque le ha tocado la lotería.
Pero tengan en cuenta que no hay nada más penoso que reírse por obligación o por oportunismo, que también se hace. Ya lo dijo Groucho Marx, el gran maestro: «No reírse de nada es de tontos, y reírse de todo es de estúpidos».