Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Pisitos

14/10/2024

Pensábamos que nos iba a costar media vida, pero el caso es que hemos envejecido en un visto y no visto: anteayer andábamos cambiando pañales y contando cuentos para que la progenie cogiese el sueño, y hoy ayudamos a hacer la maleta a esa hija que se va a estudiar fuera de casa. Si usted se encuentra en el mismo trance y su retoño ha decidido hacerse un hombre de provecho en Madrid, o en Bilbao, para que sus padres disfruten a sus anchas del síndrome del nido vacío, habrá padecido ya ese calvario que obliga a recorrer media metrópoli para encontrarle al chaval un alojamiento con las condiciones mínimas de habitabilidad y que no conduzca a su familia a la insolvencia en unos pocos meses.

Es en ese momento cuando veteranos y noveles nos damos de bruces con las deliciosas modalidades que brinda hoy la oferta de alquiler en las grandes (y no tan grandes) ciudades, desde decrépitos chiscones amueblados en los tiempos en que nuestras valientes tropas desembarcaron en Alhucemas (y cuyo precio le hace a uno evocar una villa de Capri con vistas al Tirreno), hasta sofisticadas fórmulas de coliving alumbradas por vivaces propietarios que han tirado de pladur para sacar de un piso mediano diez celdas angostas que se arriendan a mil eurazos cada una.

Solo es un anticipo del panorama que les espera, ya integrados en el mercado laboral, a unos jóvenes condenados a militar en una generación de penitentes inquilinos que se las ven y se las desean para lograr emanciparse a los treinta y tantos. En los últimos diez años, los precios de los pisos, ya sean de compra o de alquiler, han crecido el doble que los salarios que reciben los jóvenes. Los especuladores utilizan la vivienda como un activo de inversión y su función social es despreciada de una forma creciente sin que los poderes públicos medien para corregirlo, en tanto proliferan los pisos turísticos e interesados bellacos airean el fantasma de la okupación.

Miles de ciudadanos participaron ayer en Madrid en una manifestación en protesta por la subida de los precios de los alquileres y la crisis de acceso a la vivienda, que se ha convertido en el principal problema de los que padece nuestro país. Deberíamos intervenir de una santa vez para intentar paliarlo con medidas efectivas, aunque solo sea para hacer caso de una Constitución que a algunos no se les cae de la boca.