Las sesiones de control al Gobierno cada vez se adentran más y más en el surrealismo, bordeando el tono del club de la comedia. La oposición presenta en el Registro de la Cámara preguntas que sobre la marcha acaba trufando de referencias ajenas a la cuestión original planteada y el presidente del Gobierno o el ministro aludido ni contesta a lo primero ni se siente concernido por lo segundo.
El resultado, dicho sea en lenguaje coloquial, es un diálogo para sordos o, más atinadamente, para besugos. En resumen, un ejercicio parlamentario orientado exclusivamente a la obtención de titulares para salir en la televisión y los periódicos. Un objetivo, en cualquier caso, de vuelo gallináceo que desvirtúa la función primordial para la que fueron diseñada las sesiones de control. Porque en origen, el control al Ejecutivo estaba pensado como contrapeso y alerta ante eventuales ejercicios abusivos del poder por parte de quien gobierna el país en cada momento. Un control que, de llevarse a término con rigor por parte de la oposición, y, si dicho rigor fuera correspondido por los miembros interpelados del Gobierno, contribuiría a mejorar la calidad de la vida política.
Pero no es así, la mayor parte de las sesiones se resuelven con un cruce de frases pretendidamente ingeniosas cuando no con invectivas destinadas, ya digo, a engrosar las negritas de las crónicas parlamentarias. Un clásico en estas sesiones es el "y tú más" que instala los debates en el nivel de las riñas de colegio cuando no de barra de taberna. Una lástima porque por el camino de la degradación del contenido de los debates se contagia también el lenguaje y todo se reduce a intentar colocar una frase ingeniosa a poder ser de doble sentido.
Sí, pongo por caso, en la última sesión de control del año, Alberto Núñez Feijóo le espeta al presidente del Gobierno: "Este es su balance. Doce meses, doce causas. Dicen que es usted el número uno de la trama -en relación con los casos Aldama, Koldo, Ábalos, etc.- y el cero en servicio público a este país" y Pedro Sánchez le contesta: "Acabamos como empezamos el año: ustedes con el bulo y nosotros con el BOE". Y así todo. Para este resultado lo mejor sería dejar de hablar de "sesiones de control" y pasar directamente a denominarlas sesiones de guasa parlamentaria.