Cuatro o cinco. Respóndanse ustedes. Me refiero al resultado de la vieja pregunta. ¿Cuánto suman dos más dos? O, mejor aún. Reformulo. Cuatro o cinco. Cuál de las dos respuestas es su preferida. Y es que la fascinación histórica por este interrogante ha ocupado a todo tipo de fauna pensante. Artistas. Filósofos. Historiadores. Políticos.
El poeta George Gordon Byron, corría el mil ochocientos trece, no dudó en explicar a su princesa de los paralelogramos, así llamaba a su mujer, la astrónoma Anna Isabella Noel, que él encontraría mucho más placer en convencer al mundo de que el cinco era la respuesta más poética.
Fiódor Dostoievski, cincuenta y un años después, defendía también la erótica de la respuesta impar explicando que lo que nos hace humanos es nuestra capacidad de elegir o rechazar entre lo que es, o no, lógico o ilógico.
Albert Camus, un siglo después, escribiría en La Peste que aunque nadie felicita a un maestro por enseñar que dos y dos son cuatro, siempre hay un momento en la historia en el que se condena a muerte a quien se atreve a defender esta idea.
Todavía en la segunda guerra, en una carta de mil novecientos cuarenta y cuatro, el periodista George Orwell, afirmaba que si se llegase al tipo de mundo que él temía, de dos o tres grandes superestados que no pudiesen conquistarse entre sí, dos y dos podrían convertirse en cinco si el Führer así lo desease.
Finalmente, esta semana, el señor Puente, don Óscar, máximo responsable del, hoy, ya llamado Ministerio de la Verdad, no parece que el ministro tenga el menor interés de trabajar para mejorar nuestros transportes o nuestra movilidad, también, aunque a su manera, no ha dudado en enfrentarse a todos los españoles que, cuando cogen un tren, lo hacen confiando en que, dos más dos son cuatro, los convoyes llegan a su hora sin dejar a sus pasajeros abandonados en medio de la nada. Pero no. Dos más dos son cinco.
¡El tren vive en España el mejor momento de su historia…! Los transportes públicos del señor Puente, don Óscar, ni se retrasan ni se averían. ¿Dos más dos, cuatro...? Cosas de la ultraderecha. Se condenará a muerte a quien defienda esta idea. ¿Cinco…? Puede. Si lo dice el Führer…