Pasadas las elecciones europeas, el sector primario evalúa lo sucedido, con un descenso de los eurodiputados verdes y más asientos para formaciones, a priori, sensibles a las demandas de agricultores y ganaderos. Las riendas, no obstante, estarán en manos de la coalición actual de populares, socialistas y liberales, que deberán inclinar más la balanza hacia los grupos que crecen en la Eurocámara. Asaja ya se ha apresurado a mandar una carta a la candidata a la reelección Ursula Von der Leyen para que ni se la ocurra elegir para las carteras de Medio Ambiente o Energía perfiles como los del exvicepresidente Frans Timmermans o la ministra de Transición Ecológica y cabeza de lista por el PSOE, Teresa Ribera.
La política verde seguirá. Para el ministro Planas la realidad es la que es y, según dice, si la cierras la puerta se escapa por la ventana. El líder de UCCL, González Palacín, afirma en nuestra entrevista que está totalmente de acuerdo, que hace falta una política verde. El debate, matiza, está en qué tipo de política verde. Para él, las medidas que introduce la PAC ni mejoran el medioambiente ni facilitan las cosas a los agricultores porque se cometen aberraciones agronómicas.
Así que pacto verde, sí, pero no así. Y es bueno que el sector centre el mensaje. A veces se censura toda la política verde y se tacha la agenda 2030 como el enemigo público número 1 y, claro, la interpretación facilona es que los agricultores son unos fanáticos, que les importa medio pimiento la salud del planeta. Pues mira, no. Además de la casa de todos es su sustento de vida, así que por ahí no. Anotemos, por ejemplo, un dato relevante: durante todo 2022 el sector utilizó un 26% menos de productos fitosanitarios que el año anterior. Baja todo, especialmente fungicidas y herbicidas. La reducción llega, sí, por la vía de la desaparición de materias activas, por la utilización de herramientas tecnológicas… pero esto es también cuidar de la naturaleza.
Aspectos como las exigencias medioambientales que se incluyan en la reforma de la PAC, el control de los productos de terceros países, la política hidráulica, los jóvenes y la falta de rentabilidad marcarán el rumbo del sector los próximos meses. De todos ellos, la cuenta de resultados de las explotaciones siempre es determinante. En Castilla y León existen diferentes modelos de agricultores, algunos más en la cuerda floja que otros, pero lo que no puede volver a ocurrir es que la vuelta de tuerca verde les reste competitividad y rentabilidad.