Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


El Gordo

18/12/2023

Por mucho que nos devanemos la sesera no conocemos otra fórmula para venirnos a mejor fortuna de la noche a la mañana, así que el viernes volveremos a estar pendientes del transistor por ver si de una santa vez el destino se apiada de nosotros y el premio gordo de la Lotería de Navidad cae en el bar de abajo, o en la coral en la que canta nuestra cuñada, y salimos en los boletines de noticias descorchando botellas de cava y contando a las cámaras que vamos a tapar no sé qué agujeros cuando se acabe la juerga flamenca que tenemos formada. 

Ya sabemos que solo son ensoñaciones sin fundamento, y que resulta más probable que perezcamos en un accidente de aviación, pero, por si acaso nos cayera del cielo una lluvia de billetes, deberíamos acordarnos de aquella advertencia de don Oscar Wilde según la cual los dioses, cuando quieren castigarnos, se dedican a atender nuestras plegarias: ocurre que, según algunos sesudos estudios universitarios, siete de cada diez ganadores de la lotería terminan reñidos con la familia y arruinados al cabo de unos pocos años, después de haberse gastado el dinero atropelladamente en necedades sin cuento y mandar a freír espárragos antes de tiempo al jefe de la oficina.

No hay sino volver la vista por un momento a Aranda de Duero, donde, al decir de los periodistas más inclinados al tópico, cayó hace unos días el Gordo gracias al sorteo copero que ha emparejado al equipo local con el todopoderoso Real Madrid. El club ribereño había vislumbrado un partido que le permita sanear sus cuentas, y brindar un regalo maravilloso a sus aficionados, y hasta, por qué dejar de soñar, dar la campanada y ceñir la Ribera toda de laureles gloriosos si el equipo merengue tiene el día torcido y Bellingham se equivoca de portería. Pero el caso es que el premio, al menos de momento, ha desembocado en una pelotera de mil diablos, con la Arandina enfrentada al Ayuntamiento de la ciudad, el secretario del club espetándole al alcalde unas palabras tan gruesas que un mínimo sentido del recato impide reproducir aquí, y este amagando con acudir a los tribunales si no se le ofrecen las debidas disculpas.

Así que, vistos los antecedentes, tampoco será tan terrible seguir siendo el sábado los mismos menesterosos de siempre y gozar a cambio de buena salud.