Antonio Casado

CRÓNICA PERSONAL

Antonio Casado

Periodista especializado en información política y parlamentaria


En manos del independentismo

30/07/2024

Escribo antes de saber si es blanca o negra la fumata de la dirección de Esquerra Republicana de Cataluña, reunida este lunes en su sede de Barcelona. Sería el desenlace de las negociaciones a tres bandas (ERC-Gobierno-PSC) que han venido desarrollándose en las últimas semanas, con la mirada puesta en el ultimo día de julio, marcado como fecha topa para concertar la investidura de Salvador Illa o, en caso contrario, para ir a un nuevo reparto de cartas en las urnas autonómicas.

Sin embargo, la decisión de la cúpula republicana, sea la que sea, y aun pendiente de ratificación por parte de los 8.700 militantes con derecho a voto, su impacto en la gobernabilidad de España está garantizado. No digo en la de Cataluña, que también, por supuesto. Digo que, una vez más, la gobernabilidad de Cataluña volverá a ser condición necesaria para la gobernabilidad del Estado.

Eso fue siempre mas o menos así, pero se hizo determinante desde que Sánchez decidió poner la estabilidad de España, divino tesoro, en manos de quienes no tienen el menor interés en seguir siendo españoles. Hasta el punto de generar aberraciones como la que parece avecinarse: que dos partidos separatistas puedan convertirse en los mejores aliados de ese apremiante PP que pide la inmediata dimisión de Sánchez y la convocatoria de elecciones generales.

El tercero en discordia es Junts, el partido de Puigdemont, irritado a partes iguales con el Gobierno central y con ERC. Ahora se siente traicionado por Sánchez, más inclinado a aparearse con los de ERC a cambio de hacer presidente de la Generalitat a un declarado españolista como Salvador Illa. Pero también se siente traicionado por ERC, con la que se había insinuado una futura "unidad de acción del independentismo contra el Estado "represor"

Por todo ello uno se siente inclinado a detectar el potencial desestabilizador de la España de Sánchez más en el culebrón de la política catalana y no tanto en el de Begoña Gómez (corrupción de kilómetro cero). En los dos casos son días decisivos. Pero en relación a la estabilidad, divino tesoro, las averiguaciones del juez Peinado importarán mucho menos que el sentir mayoritario de la militancia de ERC a la hora de escoger entre financiación "singular" de Cataluña o vuelta a las andadas por una Cataluña emancipada de España con la complicidad de Junts.

ERC y Junts aparecen así como las dos fuerzas políticas capaces, hoy por hoy, de deshacer el nudo gordiano de la política nacional, aunque a su vez están enredadas en una singular carrera de sacos por madrugarse en el objetivo secesionista. En esa clave hay que interpretar el anunciado fin de la escapada de Carles Puigdemont sin dejar de mirar hacia las negociaciones a tres bandas (Gobierno-ERC-PSC) para encumbrar a Illa.

La situación es preocupante porque cuando la estabilidad del Estado democrático en Cataluña y en el resto de España depende de los enemigos del Estado, hay que ponerse en lo peor.