Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


España y América

30/09/2024

Es verdaderamente triste y lamentable observar episodios de deterioro de nuestra relación con países americanos con quienes tenemos tanto en común. No hace mucho ocurrió con Argentina, ahora ocurre con México, y cito solo los casos que han alcanzado mayor notoriedad o mayor virulencia en el conflicto. Y aunque es obvio que las circunstancias de un caso y de otro han sido muy distintas, lo cierto es que los efectos se parecen bastante.

En el caso de Argentina hubo torpezas aquí y allá, y a todo ello se sumó la particular forma de entender las relaciones internacionales, e incluso la prudencia institucional, por parte de quien fue elegido presidente de ese entrañable país. En el caso de México ha sido la traída al presente de una antigua recriminación derivada de nuestra presencia allí hace ya varios siglos. Lo uno y lo otro constituyen supuestos agravios que afectan más a las superestructuras institucionales que al sentimiento social; y lo que ocurre es que esos agravios enseguida pasan a formar parte del discurso político, que normalmente funciona a impulsos de la búsqueda de rentabilidad, con independencia de que respondan o no a la sensibilidad real o a la convicción de la mayor parte de los ciudadanos de los respectivos países.

Por razones de mi actividad universitaria durante largo tiempo tuve ocasión de viajar allá en múltiples ocasiones; allá tengo colegas que se convirtieron enseguida en amigos entrañables. Puedo decir que jamás encontré recelo ni animadversión por razón de la historia pasada y, conociendo aquello, debo admitir que no todo lo hicimos bien allá, aunque hicimos bien muchas cosas, y han quedado establecidos vínculos profundos de reconocimiento y aprecio mutuo que no debieran enturbiar ni las diferencias ideológicas ni las conveniencias políticas.

No pasaría nada por aceptar errores pasados o presentes, ya estén relacionados con la colonización o con el proceso de independencia. Con el paso del tiempo, es mucho más lo que compartimos que lo que podamos reprocharnos. Y es tan equivocado como injusto rescatar viejas querellas para negar posibilidades de colaboración amistosa, tan necesarias en esta etapa histórica.