La apuesta es firme. Todo al verde, con todas las consecuencias y la fuerza de quien cuenta con la mano ganadora. La capital y la provincia han puesto una parte importante de sus esperanzas de futuro en el hidrógeno renovable, una fuente de energía cuyo desarrollo tendrá el sello calidad de Burgos.
El territorio lidera un ambicioso proyecto pionero que ya ha conseguido su primera victoria: la implicación decidida de los agentes económicos, empresariales, políticos y académicos para ser la gran referencia nacional en la producción y transporte del hidrógeno verde.
Conseguir este consenso tan sólido ya es un motivo para alimentar la ilusión, como también lo es la inversión anunciada de 400 millones de euros y la creación de 2.000 empleos en Castilla y León. La generación de 16.000 toneladas de hidrógeno renovable al año (el 25% de la demanda nacional) debe suponer un antes y un después.
Esta iniciativa cuenta con todos los ingredientes para catapultar a Burgos como líder de una energía que pretende ser decisiva en el futuro a medio y largo plazo. El territorio se sitúa en la punta de lanza de la innovación con un movimiento que promete ser un revulsivo económico y un polo de atracción de empresas.
El Valle del Hidrógeno nace con muchas esperanzas. Una idea reforzada desde la base y ampliada con la inyección económica procedente de Europa (20 millones de euros), con la inclusión de la capital y Miranda de Ebro -a la espera de Aranda- en una segunda fase de la red de hidroductos continental y con la puesta en marcha de otros proyectos complementarios como el vivero de empresas que levantarán el Ayuntamiento, la UBU, la Fundación Caja de Burgos y la Cámara de Comercio. Todo suma para construir el futuro y no perder el tren del hidrógeno.