«Si se me apareciera el genio de la lámpara y me ofreciera cumplir tres deseos, uno de ellos sería, sin ninguna duda, dormir bien». Esta frase, de Maite, una burgalesa de 47 años, la suscribirían sin pensarlo un porcentaje altísimo de personas, puesto que el insomnio es el trastorno del sueño más prevalente en España, según explican las neurofisiólogas del Hospital Universitario de Burgos (HUBU) Mª Carmen Lloria y Estefanía Rivas, que aseguran que según los estudios más fiables hasta un tercio de la población adulta lo sufre, lo que en esta provincia supondría más de 75.000 personas. Las expertas se refieren también a una investigación reciente que asegura que el 14% de los españoles sufre insomnio crónico, por lo que en Burgos estaríamos hablando de más de 40.000 afectados.
El insomnio no es otra cosa que la dificultad persistente para conciliar el sueño y para que este sea de calidad en su mantenimiento y duración. Sufrirlo afecta a la calidad de vida de la persona, en la que tiene una repercusión muy directa durante el día con fatiga, mal humor, irritabilidad y, sobre todo, cansancio. «Es importante señalar que la sensación de no tener un sueño reparador se traduce en cansancio y no en somnolencia», apuntan. ¿Por qué esto es así y no se considera la somnolencia diurna como un efecto del insomnio? «Porque no se sabe si esas personas se dan la oportunidad de tener las horas de sueño adecuadas -7 es lo habitual aunque sabemos que hay un mínimo porcentaje de la población que por causas genéticas se encuentran bien con 5- y con dar una oportunidad de tener unas horas de sueño nos referimos a que se acuesten con el tiempo suficiente como para dormir estas horas, por ejemplo, una persona que trabaja a turnos y empieza a las cinco de la mañana tendrá que acostarse a la hora adecuada para que se cumplan ese tiempo de sueño».
Existen tres tipos de insomnio. Por un lado, el denominado agudo, aquel que aparece en un momento puntual y vinculado a un factor externo estresante, por ejemplo, un cambio de domicilio, la pérdida de alguien cercano, un divorcio o cualquier otra cuestión que altere los hábitos de la persona. En este caso, las dificultades para dormir pueden extenderse desde unos pocos días a unas cuantas semanas y la solución pasa por solucionar la causa que lo provoca pero también se puede recurrir a la medicación. La gran mayoría de estos casos suelen consultarse y resolverse en las consultas de la especialidad de Medicina de Familia, en Atención Primaria, donde, en ocasiones, los profesionales plantean la medicación «para ayudar a la persona a salir de ese pozo puntual en el que se encuentra», indican las neurofisiólogas, que alertan sobre el cuidado que se ha de tener con esta prescripción «porque a largo plazo afecta a toda la arquitectura del sueño y, sobre todo, puede generar dependencia y tolerancia».
Un buen sueño va a depender de lo que se haga en el día, sobre todo las dos últimas horas»
Más mujeres. Volvamos a Maite y a su deseo de dormir. Este caso es paradigmático. Dicen las médicas que el insomnio afecta el doble a las mujeres que a los hombres y que está muy ligado a aspectos hormonales, por lo que en la perimenopausia y en la menopausia las noches en vela aparecen con bastante frecuencia, igual que otros síntomas como los sudores intensos, que muchas veces interrumpen el sueño: «La sensación después de una noche de no dormir es horrible: te falta concentración, estás despistada, y, sobre todo, muy cansada. He empezado hace poco a tomar medicación y ya estoy advertida de que tardará algunas semanas en hacer efecto; mientras tanto, he descubierto que tras una noche en vela ir a hacer ejercicio me hace sentir mejor».
Si la dificultad persistente para dormir se alarga en el tiempo y ocurre durante un periodo de tres meses o más se estaría hablando ya de insomnio crónico, que ocurre en pacientes para los que puede ser de ayuda la especialidad hospitalaria de Neurofisiología Clínica. En el HUBU se suele ver en este servicio entre ocho y diez personas todas las semanas aquejadas de esta imposibilidad de dormir. El tercer tipo de insomnio se denomina recurrente porque aparece periódicamente o como en forma de brotes. En esos casos también se necesita ayuda médica para resolverlo.
El alcohol provoca somnolencia pero descompone la estructura del sueño»
La forma de abordaje de estos pacientes es, de entrada, la incorporación de hábitos de sueño y de terapia cognitivo-conductual, es decir, que en un principio no se valora la farmacología porque «aunque tardan más en hacer efecto son verdaderamente efectivos a largo plazo», según las doctoras Lloria y Rivas. Las medidas higiénicas del sueño son, por ejemplo, mantener un horario regular, incluido fines de semanas, es decir, irse a la cama a la misma hora y, algo muy importante, habiendo dejado los dispositivos móviles a un lado al menos dos horas antes: «Esto es importantísimo porque el abuso de las pantallas están directamente vinculado al insomnio y es algo que nos preocupa mucho, sobre todo en adolescentes». También se recomienda no hacer ejercicio intenso hasta tres horas antes de irse a la cama, controlar los horarios de las comidas y cuidar la luz: «En las horas previas al sueño conviene que nos rodeemos de luces cálidas y descartemos las de led o las blancas que son habituales en las cocinas, por ejemplo. Un buen sueño va a depender de lo que se haga durante el día y, sobre todo, durante las dos horas anteriores a irse a la cama», resumen las neurofisiólogas, que recuerdan también evitar el café, té y otras bebidas excitantes y el alcohol a partir de las tres o de las cinco de la tarde. En el caso del alcohol aunque, de inicio, provoque somnolencia, posteriormente descompone la estructura del sueño.
En cuanto a la terapia cognitivo-conductual, incluye medidas para que el tiempo que se pase en la cama sea eficiente «porque es habitual que estos pacientes generen una gran ansiedad a la hora de acostarse porque empiezan a pensar que no se dormirán y que el día siguiente será horrible; se intenta romper con ese círculo vicioso y hacer que cambien la percepción de que por dormir pocas horas todo va a ir mal». Y si a pesar de todas estas medidas no se consigue el sueño reparador, existen los tratamientos farmacológicos.
Las consecuencias del insomnio crónico no son baladíes. Mª Carmen Lloria y Estefanía Rivas explican que están vinculadas a problemas cardiovasculares, diabetes y alzhéimer y es un factor de riesgo para la depresión.
Medidas de higiene de sueño
FUENTE: Servicio de Neurofisiología Clínica del HUBU
1 Horarios regulares de sueño, incluidos los fines de semana. En cuanto a siestas, realizarlas solamente si se precisan, y un tiempo no superior a 20 minutos.
2 No usar dispositivos electrónicos al menos dos horas antes de ir a dormir.
3 Cenas ligeras entre dos y dos horas y media antes de ir a dormir. Evitar cenas copiosas. Tampoco es adecuado irse a la cama sin haber comido nada.
4 Evitar el consumo de alcohol y tabaco, sobre todo por la noche.
5 Reducir el consumo de bebidas estimulantes (café, té). No consumirlas más tarde de las 17 horas.
6 Realizar actividad física, preferiblemente al aire libre, una hora al día (basta con caminar a paso moderado). Procurar que entre la hora en la que se termina de realizar ejercicio físico y la de meterse en la cama transcurran al menos tres.
7 Al final del día, como dos horas antes de irse a dormir, rodearse de luz cálida (roja, naranja...).