Los pueblos denuncian su indefensión ante los robos que sufren

I.M.L. / Aranda de Duero
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El sentimiento de inseguridad vecinal se reparte por toda la comarca burgalesa de la Ribera del Duero, con más de 30 de allanamientos en casas y establecimientos en el último año. Los alcaldes reconocen que «aquí la Guardia Civil no da abasto»

Las últimas víctimas de los ladrones en zonas rurales han sido 9 familias de Villalba de Duero, como la de Javier. - Foto: Ramis

Vivir en un pueblo tiene pros y contras. Frente a la tranquilidad que se respira en las localidades de la comarca ribereña, sus vecinos tienen que soportar que, cada cierto tiempo, alguno sufra la acción de los cacos, rompiendo esa sensación de seguridad que se debe tener en el seno de cualquier hogar. Los últimos en sufrir esta violación de su espacio más privado, con la consecuente pérdida de dinero y objetos de valor, han sido nueve viviendas de Villalba de Duero, pero los allanamientos en viviendas y negocios superan la treintena en el último año, repartidos por los cuatro puntos cardinales de la comarca.

Los alcaldes de los municipios afectados, y los que no se suman al mismo razonamiento, consideran que el sentimiento de indefensión forma parte del día a día de sus vecinos y que esta inseguridad se podría solventar con un incremento de los efectivos de la Guardia Civil desplegados en la zona porque, como verbaliza el primer edil de Villanueva de Gumiel, Felipe Nebreda, «no da abasto».

Los villanoveses no son de los más afectados por la visita de los ladrones en el último año, pero su alcalde remarca que «de vez en cuando, ponen avisos en los grupos de avisos, si ven algo raro o sospechoso, y se genera la alarma». «Nos sentimos indefensos porque dependemos de la Guardia Civil, aunque también es necesario que si alguien ve algo sospecho, que dé parte por si acaso, la colaboración ciudadana es primordial para cubrir una zona tan amplia como la Ribera», plantea Nebreda.

En Castrillo de la Vega, su tienda de alimentación ha sufrido un robo de efectivo y de jamones, además de un intento que se quedó sólo en eso. «Después de un robo, se ve más presencia de la Guardia Civil, pero no se les ve mucho, menos de lo que nos gustaría», lamenta el alcalde de esta localidad, Diego Ruiz, que confirma la sensación de inseguridad entre sus vecinos «que están más pendientes después de saber de un robo».

Uno de los municipios que en los últimos meses sufría una oleada de asaltos a propiedades privadas es Nava de Roa, donde su alcalde, Carlos Velasco, recordó incluso ante el subdelegado del Gobierno en Burgos, Pedro de la Fuente, y el delegado de la Junta de Castilla y León, Roberto Saiz, la preocupación de sus vecinos por la oleada de robos que han vivido en las últimas semanas. «En torno al Pilar tuvimos bastantes problemas con gente que ha venido a robar y queremos que nos den una solución porque la gente está preocupada», reconocía Velasco, porque los robos se concentraron en una semana y los habitantes de la localidad lo achacan a «gente de paso que había venido a trabajar en vendimias», aunque consideran que no todos los presuntos autores de estos hurtos son gente de fuera de la comarca.

También Roa de Duero, en este caso en varios establecimientos de hostelería, se registraron hasta una docena de asaltos en un sólo mes. Su alcalde, David Colinas, compartía «el miedo y la incertidumbre» de sus vecinos mientras apostaba por el proyecto de instalación de cámaras de seguridad «en las cinco o seis entradas del pueblo». Colinas valoraba que los efectivos de la Guardia Civil de Roa no son suficientes «porque están por toda esta zona y no pueden estar todo el rato en Roa». 

En los municipios pequeños de la comarca, como Zazuar, donde en la temporada invernal no viven más de 180 personas, las fechorías de los ladrones también se dejan notar, incluso con más fuerza. En los últimos meses, además del robo de la recaudación de la máquina tragaperras de uno de los bares del pueblo, se denunció el robo de dos vehículos.

Su alcalde, Agustín Villa, apunta que «la gente está prevenida porque hay miedo cuando pasan estas cosas o cuando ven gente nueva». La presencia de la Guardia Civil considera Villa que no es tanta como les gustaría porque «no se les ve mucho porque tienen medios muy limitados, de vez en cuando patrullan por aquí pero sin bajarse del coche».

Las localidades que tienen una mejor conexión por carretera, con una autovía cerca, suelen ser objetivo habitual de bandas itinerantes, pero también sufren los problemas generados por otro tipo de delincuentes. Como en Gumiel de Izán, que en el último año han registrado actos vandálicos tras sus fiestas de septiembre y el robo en el bar de las piscinas.

«Estamos un poco desamparados, las cosas pasan, pero luego no se encuentra a quien las hace, por eso se ven ahora muchas más alarmas en las casas que hace unos años», expone el primer edil gomellano, Jesús Briones. Otro caso de inseguridad ciudadana en los últimos meses se registró en Fresnillo de las Dueñas, a causa de conflictos con unos okupas. «Se generó mucha alarma entre los vecinos pero, por suerte, se solucionó. Aunque hay que cruzar los dedos, no estamos libre ninguno de que nos entren a robar», valora su alcalde, Gustavo García.