Para ser director de ópera no te preparan en ninguna universidad ni conservatorio o escuela de música. Llevar la batuta de una orquesta mientras decenas de cantantes se mueven por el escenario es un oficio que se aprende en el teatro. Pero para que los templos de la ópera te permitan ponerte al frente, has de demostrar primero cómo trabajas. Así que la única manera de llegar ahí es hacerlo antes como director asistente, el segundo de a bordo, el ayudante o suplente. «No hay otra forma. Hay que ver mucha ópera y ver ensayar a los mejores», explica Pedro Bartolomé, que ha estado al lado de Daniel Oren, Riccardo Frizza, Nicola Luisotti, Yves Abel, Francesco I. Ciampa...
El músico burgalés lleva desde mayo de 2019 ejerciendo como tal en ABAO Bilbao, la Maestranza de Sevilla o el Teatro Real de Madrid. Desde entonces ha sido director asistente en una treintena de producciones (la mayoría en Bilbao, que siente como su casa) y en una de ellas ejerció como titular (fue en 2022, en Così fan tutte, de Mozart).
En el papel de colaborador acaba de participar en Tristán e Isolda, de Wagner, en la producción del Euskalduna dirigida por Erik Nielsen. Aquí ha sido también director de banda interna, la batuta del grupo de músicos que toca detrás del escenario. Y la última en España será en mayo, con Otelo, de Verdi, y Francesco Ivan Ciampa -con quien empezó en el oficio-, como primera batuta. «Con este montaje cierro un ciclo, un periodo de mi vida haciendo asistencias. Estoy muy agradecido a toda la familia que trabaja en ABAO porque para mí ha sido algo extremadamente bonito. Bilbao Ópera me ha aportado ese crecimiento imprescindible como director. A partir de ahora me dedicaré a dirigir solo», detalla.
Con 'Otelo' cierro un ciclo, un periodo de mi vida haciendo asistencias en España. Estoy muy agradecido porque Bilbao Ópera me ha aportado ese crecimiento imprescindible como director»
Antes de que eso ocurra, lo que pasará en la próxima temporada porque ya ha cerrado algunos títulos en grandes teatros españoles, viajará a Buenos Aires para debutar en el Teatro Colón, el más importante de Sudamérica. «Voy con Erik Nielsen, el de Tristán e Isolda, con una producción difícil de Billy Budd, de Benjamin Britten. Estoy muy contento de abrir esa puerta porque también estamos hablando para poder dirigir allí en la temporada que viene».
Cuando se convierta en titular tendrá a su cargo un director asistente como el que él ha sido. Y necesitará entablar una confianza especial: «La persona que está dirigiendo en el foso se tiene que fiar totalmente de lo que su asistente le diga, de cómo van los balances en la sala. Porque una cosa es lo que tú escuchas en el foso, que tienes a 70 músicos tocando, y otra el balance entre los cantantes encima del escenario y la orquesta».
En este tiempo he descubierto el repertorio en el que estoy cómodo. Me gusta la ópera italiana, y la que es fiel al libreto, pero también las ideas nuevas»
Esa buena sintonía a Bartolomé le ha funcionado para aprender con producciones «de todo el repertorio de la ópera». «Tanto música francesa, italiana, alemana..., de los siglos XVIII, XIX, XX y XXI incluso. He podido crear un bagaje para decidir cuál es el repertorio en el que estoy más cómodo y qué es lo que quiero dirigir». Como preferencia personal le gusta sobre todo la ópera italiana, la de Verdi y Puccini, aunque no se cierra a ningún otro, ni siquiera adaptaciones innovadoras ni óperas contemporáneas: «En la creación no siempre se acierta, pero es necesario probar».