Inés Praga

Esta boca es mía

Inés Praga


Un aula en la biblioteca

04/12/2023

Hoy quiero compartir con los lectores una hermosa noticia : en un acto celebrado recientemente, la Universidad de Burgos ha dado mi nombre a un aula de la Biblioteca Central. Un gran honor inesperado, que me llega en una edad propicia al olvido y la pérdida por el paso implacable del tiempo. 

No han podido ofrecerme mejor homenaje, porque tanto el aula como la biblioteca son espacios sagrados de mi vida. Durante 45 años he disfrutado el aula como un organismo vivo que invita a compartir el conocimiento, a debatir en libertad y a regenerarse con esa juventud que puebla los pupitres. Y desde mi infancia vengo practicando la lectura como medio de abrirse a la vida y al mundo. Ya en mi etapa como profesora universitaria, y dada la naturaleza de mi investigación -literatura inglesa y literatura irlandesa-, me he pasado media vida en esas hermosas bibliotecas anglosajonas de madera noble en edificios de piedra gris, disfrutando de una soledad balsámica con el cuaderno y la pluma sobre la mesa. 

No vean el menor atisbo de vanidad en esta columna, solamente sincera emoción. Estas cosas suelen hacerse a título póstumo y el homenajeado no tiene que rendir cuentas pero yo, que todavía estoy viva y coleando, me pregunto qué he hecho para merecer esto. Solo puedo alegar que siempre trabajé en la UBU con devoción, compromiso y entusiasmo, convencida de que no había tarea mejor, aunque nunca me faltaron los obstáculos. Y he paseado su nombre con orgullo por medio mundo, divulgando su excelencia académica, las múltiples ventajas que ofrece a sus alumnos y la belleza del campus. Una joya que todos los burgaleses debemos apreciar y cuidar. 

No solo es un honor sino también una gran responsabilidad que un aula lleve tu nombre. Es mejor el buen nombre que las muchas riquezas, dice la Biblia ( Proverbios 22), y ojalá el mío sea digno de esta querida institución. Además del currículum, he procurado cultivar la ética dentro y fuera del aula, consciente de que los profesores somos un modelo para miles de jóvenes y no podemos olvidar la dignidad, la integridad, la generosidad o la tolerancia, entre otros valores.

Solo deseo que los futuros usuarios del aula sientan la misma pasión, libertad y alegría que presidieron mis clases y mi vida académica. Y que estas líneas sirvan como una placa de gratitud eterna que ofrezco, emocionada, a la Universidad de Burgos.