El desprendimiento de un ornamento pétreo (crochet) de la aguja sur de la Catedral la pasada primavera obligó al Cabildo a intervenir y revisar el resto de elementos de la torre para evitar su caída. Eso hizo que una grúa inmensa se asentara en la plaza de Santa María para trasladar los andamios a 80 metros de altura. Desde entonces, hace ahora cinco meses, la joya gótica ha mantenido cubierta con barras metálicas la parte más alta del lado sur.
Los crochets son esos adornos que sobresalen hacia el exterior de la aguja y que están sujetos al templo con hierros. Es precisamente ese elemento el que pudo ser la causa de la rotura, porque con el paso del tiempo se oxida, lo que hace que cambie de volumen y provoque que la piedra se rompa. En el caso que nos ocupa, el crochet de unos 50 centímetros no cayó al suelo, sino que lo frenó una cornisa y lo detuvo la terraza de la torre, lo que permitió conservar la pieza en trozos de tamaño recuperable.
Esa labor está concluida y en los trabajos lógicos de revisión del resto de la aguja se han consolidado hasta ochenta elementos pétreos similares. «Hemos sujetado todos los crochets. El que se tenía que reparar se ha reparado y el resto se ha examinado. Muchos que estaban en buen estado los hemos sujetado en prevención de que no se caiga ya ninguno más», resume el arquitecto técnico Miguel Ángel Ortega. Los hierros que presentaban peor aspecto y tenían acceso fácil se han cambiado. El resto se ha preferido mantener porque de lo contrario sería una obra de envergadura.
Una gárgola nueva. Aprovechando estas obras y los andamios se ha procedido a colocar una de las figuras que sirven para evacuar el agua de la lluvia. Se trata de «una gargolita que estaba rota arriba del todo. Faltaba más de la mitad y estaba completamente estropeada», explica Ortega.
La empresa encargada de las obras de restauración, AIBUR, se ha encargado de hacer una réplica tallada a mano para colocarla en el lugar requerido. «Es de pequeño tamaño. Tendrá de vuelo, como mucho, 30 o 40 centímetros», añade. Para rematar la rehabilitación de la parte más alta de la torre sur «hemos cosido todas las fisuras que tenía la piedra de la aguja y que no vimos hasta colocar los andamios».
Con esa parte terminada, las barras protectoras se han retirado de lo más alto y se han bajado a la zona de los pináculos. «Hay que repasar dos que están rotos, agrietados o fisurados. Tenemos que quitar los hierros oxidados, reponerlos y consolidarlos a base de resina y cosidos con acero inoxidable». En cuanto acaben -cosa de 15 días, estiman, si el tiempo lo permite- montarán el andamio en la otra torre, únicamente a la altura del pináculo para una breve inspección.
Las intervenciones no previstas y el alquiler de los andamios, que se cobra por días, deberá sumarse a los 40.000 euros en los que se cifraron estas obras de mantenimiento en un primer momento.