El Valle de Caderechas tiende su tradicional manto blanco con algo de retraso respecto a anualidades pasadas y promete mostrárselo a su público durante al menos diez días. Los afortunados que ya disfrutan de las vacaciones de Semana Santa se garantizan contemplar tanto las fincas de las zonas bajas -Terminón, Cantabrana, Bentereta o Salas de Bureba- como de las altas -Herrera, Rucandio o Río Quintanilla- repletas de flores. Aquellos que hasta el miércoles no gocen de unos días libres, que no se echen las manos a la cabeza porque el espectáculo perdurará «hasta después de la festividad», confirma a este medio Juan José Gandía, presidente de la Asociación de Comerciantes y Productores.
Tranquilos, pero «solo a medias», añade, por primera vez en años respiran con cierto alivio ante las previsiones meteorológicas. «Llegará una borrasca del sur y dejará lluvias, esperemos que no demasiado intentas para que los pétalos no muten de color, pero no tenemos miedo porque las temperaturas no descenderán demasiado», comenta el fruticultor salense.
El hielo arruinó el año pasado prácticamente la cosecha entera cultivada en su pueblo, y a pesar de que «hasta el 10 o 15 de mayo el riesgo de heladas existe, las fechas más críticas ya las hemos pasado», declara. No obstante, recuerda que en la madrugada del 4 de abril de 2023 los termómetros «descendieron hasta los -7» y se lamenta de que «todo puede pasar». El calor también ha despertado del letargo a los ciruelos, perales y manzanos (de reineta) más tempranos.