Dicen que una imagen vale más que mil palabras, así que, tras lo que hemos visto de la tragedia de Valencia, poco queda por decir. Pienso, sin embargo, que hay cosas que la cámara no capta, como esos escombros del corazón que debemos rescatar y reunir para seguir viviendo. ¿Quién no ha conocido la hiel de volver a empezar tras perder un ser querido, un empleo, una pareja, una oportunidad, la salud, y tantas cosas importantes? Me pregunto qué será empezar cuando uno lo pierde todo, cuando se arranca de cuajo un paisaje y una vida dejando al ser humano en el vacío.
No puedo imaginarlo, por mucho que me esfuerce. No puedo imaginar cómo pueden reconstruirse los sueños, las ilusiones, los proyectos, los planes que se llevó la DANA, además de casas y barrios enteros. Estos últimos, con tiempo y mucho esfuerzo, volverán a poblar los municipios, pero ¿y los trozos del corazón? A veces entre el barro se adivinan las páginas de un cuaderno, un cuadro, una foto, esos objetos que enmarcan nuestros días. Me pregunto cómo pueden reconstruirse la intimidad y la memoria, dos anclajes esenciales para vivir.
La intimidad es ese espacio físico y mental que nos cobija y nos defiende del mundo, un territorio que hemos hecho propio con nuestros afectos, objetos, recuerdos. ¿Qué será perderlo de pronto y quedar a la intemperie? ¿Qué será luchar para que vuelva la vida más elemental, el agua que sale por el grifo, la bombilla que se enciende, el suelo sin barro, la higiene, la ropa seca, la comida caliente, un colchón para la noche? Porque la cotidianeidad está hecha de pequeñas cosas que solo apreciamos cuando perdemos.
Pero la historia nos enseña que, aunque parezca imposible, la vida vuelve. Hemos visto niños en bici o jugando al fútbol entre el fango, porque ellos solo conocen el presente. Más difícil será para los adultos, que han visto desaparecer las huellas del pasado y reducirse dramáticamente los horizontes del futuro. Qué duro tiene que ser (sobre)vivir cada día encerrados en el aquí y el ahora. Por eso aplaudimos el plan de la Universidad de Valencia reconstruyendo fotos dañadas y recuperando parte de esa memoria que la DANA se llevó.
Traigo aquí la esperanza de estos versos de Miguel Hernández, resistiendo porque soy como el árbol talado, que retoño/ porque aún tengo la vida. Amunt València.