El Viernes de Dolores daban comienzo las liturgias y los actos previos que han acabado desembocando en la presente semana en curso que, para los cristianos, no es otra que su 'Semana más Santa' (como no podía ser de otro modo). Y es que, en ella, todos los que hacen llamarse hijos de Dios, padecen y celebran al mismo tiempo la pasión y crucifixión de Cristo, pero también su resurrección y ascenso a los cielos así como el perdón y la salvación eterna para todos nosotros. Eventos trascendentales para la Fe de muchísima gente como decimos que, en el caso de nuestra piel de toro, viene tradicionalmente asociada desde hace siglos ya a unos actos culturales muy concretos que, a día de hoy, continúan desarrollándose por fortuna con gran salud en general: las procesiones.
Y hablo precisamente de suerte porque, sea uno creyente o no (al menos a mi parecer, claro está), con la Semana Santa ocurre (o debería ocurrir), como con iglesias, basílicas, catedrales… a lo largo y ancho del vasto mundo; que son una manifestación artística encomiable y sin parangón a las que se puede acceder indistintamente del enfoque o prisma que se les quiera dar. Me explico. Uno puede pararse ante la catedral de Burgos, por ejemplo, y contemplarla como una persona de fervor y devoción católica, pero también puede hacerlo desde un punto de vista ajeno bajo un prisma arquitectónico y de la ingeniería. Se entiende, ¿no? Pues con las procesiones lo mismo. Por eso, sea en Castilla y León con su solemnidad austera, Andalucía con su fiesta y folclore, o el resto de regiones donde se celebren, visionar tallas de grandes maestros del pasado sobre lienzos vivos de madera que sobreviven al paso de los años e inclemencias, no deja de ser sino un gozo enriquecedor para las experiencias vitales de uno mismo.
Insisto. Con el punto de vista que uno quiera darle, pero siempre con respeto. Por eso aprovecho a recomendar que, vayan a viajar estos días o a quedarse en casa, en esta Semana Santa observen y aprecien el rico arte de nuestro patrimonio. Estoy seguro de que merecerá la pena.