Se puede apoyar a los unos o a los otros sobre lo sucedido en Valencia. También es posible no apoyar a ninguno. Lo que no podemos es olvidar las ayudas que, solidariamente, necesitan y necesitarán en el futuro. Perder el sentido común a la hora de valorar lo sucedido, nunca. Por mucha fuerza de la naturaleza y del agua, lo cierto es que los daños personales y materiales pudieron ser menores. Si en el ciclón de Florida murieron 30 personas y aquí 215, parece odiosa esta comparación, pero hace pensar. ¿Y si hubiera estado el mismo partido político en Madrid y en Valencia se habría gestionado mejor? Esta es la otra tragedia.
Y los matices. Se puede ser un buen político, apoyado por los votos y ganar unas elecciones y, a la vez, meter la pata en actuaciones tan graves que, en otros lugares de Europa, llevarían a dimitir. Podemos tener un ministerio sobre el cambio climático y reconocer que este haga una gestión nefasta sobre sus competencias. Es decir, la etiqueta por sí sola no vale. Pertenecer a un determinado movimiento ciudadano o partido político no garantiza una adecuada gestión. Podemos ser ecologistas y pensar que los cauces han de tener vegetación o que las presas van contra el curso natural del agua y son perjudiciales para todos. Pero también, si somos ingenieros hidráulicos, quizás pensemos justo al contrario. ¿Qué es mejor? No lo sé. Tendremos que utilizar el sentido común. ¿Hace años la energía nuclear tenía los días contados y ahora es 'blanca' y necesaria?
El tactismo político es lícito por eso de la estrategia, por supuesto. Pero cuando percibes que muchos que ocupan puestos importantes están a construir el 'relato', es decir, la versión mentirosa de los hechos, para hacer daño al adversario político, entonces, sonrío irónicamente. Y cuando dicen, unos y otros, que «más adelante vamos a depurar responsabilidades», me sale una carcajada.