Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Lo que sucede después

29/11/2024

No oculto que el sistema electoral estadounidense es peculiar, pero no más que el británico y no oigo a nadie que diga que es una chapuza. El no votar te libera de los prejuicios al dejarte indiferente el resultado. Seguí metódicamente cuatro cadenas extranjeras: Fox, News, CNN, NBC y BBC, lo cual generaba un cierto sesgo ideológico muy europeo.

Hace ya muchos años, critiqué con dureza la irresponsable actitud de los medios norteamericanos que no supieron ver la victoria de Trump y la del partido republicano que no fue capaz de aportar un digno candidato a las primarias.

Después de tantos años es triste comprobar cómo se repiten las cosas, aunque no de la misma forma. El partido republicano ha vuelto a fracasar y eso que ha tenido tiempo para meditar sobre el drama del Capitolio. La victoria y el poder que le acompaña embarga a los soberbios, lo cual suele acabar mal.

El partido demócrata desaprovechó la legislatura de Biden para dotarse de un soporte ideológico sólido, ya que como organización está más polarizada que el propio país. Y había el riesgo de que la ciudadanía no comprendiese cómo un vencedor en las primarias era forzado a retirarse por una persona que nunca había ganado unas elecciones. Modestamente, creo que Barack Obama está exultante y es consciente que Michelle tendrá su momento.

Mientras me estaba ventilando el cuenco de palomitas algo chamuscadas, apareció el analista Francis Fukuyama. Cierto es que su prestigio ha decaído con ese libro que iba a mandar al paro a todos los historiadores, pero se supone que algo sabe. Sin esforzarse, dijo que Donald Trump era el candidato deseado por Wladimir Putin. Pensé que iba a soltar algún argumento potente para explicar un comentario tan contundente. La verdad es que se me acabaron las palomitas y no aportó ningún solo dato.

En ese momento, comprendí que Donald Trump transforma a los contrarios en sujetos incapaces de hacer una crítica elaborada. Se limitan al insulto, la descalificación, la mentira o la manipulación para atacarle. Esta renuncia deliberada a desarrollar una actitud reflexiva crítica pero inteligente es fascinante.

Hasta la fecha no me he encontrado con nadie que ensalce al político, pero a sus seguidores les emociona como irrita a sus oponentes. Sus detractores ignoran que demuestran una falta de respeto absoluto a sus votantes y a la democracia.