El Arzobispado aseguró ayer que ni la Diócesis ni la parroquia de Nuestra Señora del Rosario dictaron ningún «mandato» para que la joven que intentó suicidarse en septiembre de 2013 fuera sometida a exorcismos. Advierte de que «las personas que colaboraron con los padres», catequistas, párrocos, una profesora de religión y un alto cargo de la Curia en Burgos, «lo hicieron a título personal». Sin embargo, la propia madre -en el interrogatorio ante la Policía Nacional- afirmó que se puso en contacto con Máximo Barbero, vicario de Pastoral, «el cual contactó con otro sacerdote de Medina de Rioseco (Valladolid), quien llevó a María (nombre ficticio) a la Casa de la Iglesia, donde se llevó a cabo una oración de sanación». Ese cura de la provincia vecina es el exorcista de Castilla y León que en abril de este año le practicó varios ritos de expulsión del demonio. Barbero, en entrevista con este periódico, contradice a la progenitora en lo de los rezos en la Casa de la Iglesia, pero admite que ella le preguntó a él dónde podía ir. «Creemos que lo mejor sería que la viese un exorcista», le dijo la madre. «No sé si le di yo u otra persona su dirección en Valladolid», indicó. El propio vicario de Pastoral reconoce que el arzobispo, Francisco Gil Hellín, «tenía conocimiento, pero no se ha implicado directamente porque es cosa de los padres» de la joven. «Si los progenitores quieren que vaya al exorcista, aprobado por otro obispo (el de Valladolid), pues genial», afirmó Barbero.
En el comunicado que ayer emitió la Iglesia burgalesa señala que «el Arzobispado nada ha tenido que ver en el desarrollo de los hechos descritos en la noticia». No obstante, a renglón seguido, la nota dice que tuvo «conocimiento solo después de lo sucedido, cuando se solicitó un exorcista en Burgos ante los inconvenientes de trasladarse a Valladolid y, posteriormente, cuando los denunciantes (los tíos maternos de la muchacha) se entrevistaron con el vicario general».
Lo que la Diócesis denomina «lo sucedido» debe ser el intento de suicidio de la muchacha. Sobre este asunto afirma que no «ha sido consecuencia de los exorcismos practicados», porque según los padres «la decisión de llevar a su hija al exorcista de Valladolid fue bastante posterior a su intento de suicidio». Muy cierto, al de la capital vecina acudieron en abril de 2014 y el intento autolítico fue en septiembre de 2013. Ahora bien, en el atestado de la Comisaría aparece que en marzo de 2012 (si bien debe ser en marzo de 2013, según el relato ordenado de los hechos), sus progenitores «la trasladaron a un convento de religiosas en San Juan de Guadalix (Madrid), donde le fue practicado un exorcismo». Los padres reconocen la visita «a un exorcista en Madrid, si bien en aquella ocasión no recibió ningún exorcismo».
El Arzobispado explica que tras haber sido ingresada varias veces en hospitales de Burgos y Valladolid, sus padres, angustiados al ver que no se recuperaba, «consideraron conveniente llevarla al exorcista en abril» de este año. Las sesiones concluyeron en junio «con el convencimiento de los padres de que estaba sanada». Ella denunció los hechos en agosto.
Asimismo, la Diócesis asegura que la joven «nunca fue expulsada» de la catequesis en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario». La muchacha asegura que sí en su denuncia y su madre dice que no le prohibieron acudir, pero «por consejo de los catequistas dejó de ir, pues hablaba continuamente del suicidio».
Al margen de compartir el «sufrimiento» de la joven y su familia, la diócesis indica que «los exorcismos son una práctica religiosa que se ha mantenido en la tradición de la Iglesia como un derecho de todos los fieles». El Código de Derecho Canónico «exige que el exorcista sea nombrado por el obispo y que valore la oportunidad de realizarlo». Y Burgos reconoce que el exorcista de Valladolid está «legítimamente nombrado».