Con la llegada del buen tiempo, con el bofetón que nos da el calor del verano nada más abrir la puerta de casa, con el disfrute vacacional, se desata la avalancha de ofertas culturales y de ocio por toda la provincia. No hay localidad, por pequeña que sea, que no tenga un concurso por sus fiestas patronales, un evento relacionado con la literatura, el circo, la pintura con spray o la música. Para deleite de los vecinos de todo el año, que por fin tienen una opción de ocio a la puerta de su casa, y de los que los visitan para huir de las playas masificadas o del calor del asfalto de la gran ciudad.
Les invito, casi les conmino, a que no dejen pasar ninguna de esas oportunidades. Son la excusa perfecta para hacer una ruta cultural de lo más variopinta, en ubicaciones, disciplinas, horarios y públicos. Seguro que encuentran algo de su gusto y, aunque no se lo parezca en un principio, una vez allí pueden dejarse llevar por la electricidad que recorre al público de cualquier evento en directo.
Les pongo un ejemplo. Sonorama Ribera, de sobra conocido. Si miran el cartel de este año, puede que no encuentren una oferta musical que sea santo de su devoción. Pero sólo el ambiente del directo, la marea de personas, los saltos y gritos de la gente con contagiosos.
Esta cita musical suma ya 26 ediciones y ha cambiado mucho. No sólo de tamaño, de ubicación, de grupos sobre los escenarios..., también el público ha cambiado. Si antes los artistas veían desde el escenario un mar de caras coreantes y brazos ondeando al viento, ahora ven un sembrado de dispositivos celulares con conexión satelital. Sujetándolos, millares de personas que, ¡qué pena!, se han convertido en extensiones de esos aparatitos y, en vez de practicar el carpe diem, de vivir el momento, de guardar en su memoria las sensaciones que les produce ese instante musical, tendrán que recurrir a un vídeo de mala calidad visual y sonora para evocar un momento único.
Por favor, disfruten de la cultura en vivo y en directo, sea donde sea, pero no se parapeten detrás de un mar de pantallas.