La innovación es un factor que, hoy más que nunca, puede marcar la diferencia en un mercado cada vez más competitivo. Las empresas demandan mejoras y el desarrollo de nuevos materiales o tecnologías que les ayude a crecer en sus respectivos sectores. Por su parte, los investigadores tienen la llave para imaginar el futuro.
De las sinergias de ambos actores surgen los cambios y llega la evolución. El éxito de la tarea desarrollada durante los procesos de creación es conseguir su aplicación sobre el terreno y Burgos vive un momento histórico, según reflejan los datos compartidos por la Oficina Española de Patentes y Marcas.
A la espera de la actualización de los datos correspondientes al año 2024, la investigación burgalesa alcanza sus mayores cifras de protección en el presente siglo, duplicando la media y multiplicando por seis los registros conseguidos en 2019.
Entre 2022 y 2023 se publicaron 65 patentes, prácticamente las mismas que en los seis años anteriores. Una tendencia que, se espera, vaya a más por una serie de factores que la Universidad de Burgos tiene bien definidos y marcados.
Al fin y al cabo, si hay un organismo que conoce al dedillo los parámetros que afectan al desarrollo de una idea y su transferencia a las empresas es la UBU. Para la gestión del trabajo desarrollado por los equipos de investigación cuenta con la Oficina de Transferencia de Resultados de la Investigación y del Conocimiento (Otri), un instrumento que ha conocido en primera persona la evolución de la investigación desde su creación en 2008.
Los estudios de los materiales de construcción es una de las ramas que más ha crecido
La innovación avanza a toda velocidad, pero identificaron a tiempo las claves para llevar a buen puerto todo el trabajo acumulado. «La evolución se ha dividido en dos patas», resume la técnico de la Oficina Marta Sendino. «Hemos generado una cultura de protección de la innovación en todos nuestros grupos de investigación y, además, hemos profundizado en el acercamiento a las empresas», explica.
Y es ahí donde la Otri juega un papel decisivo para facilitar esa transferencia universidad-empresa. «Los investigadores ya conocen la importancia de proteger sus innovaciones. Saben que tiene mucho valor en las empresas y las mismas empresas también lo valoran», desarrolla.
Esa sinergia y la labor de la oficina universitaria han facilitado el crecimiento de las patentes, también las relacionadas con la protección internacional. «Las investigaciones tienen proyección», destaca Marta Sendino, quien resalta las posibilidades de un polo industrial «importante» como es el burgalés y el valor económico que genera «ese contacto» con las empresas locales.
Esa tendencia de crecimiento también se traduce en una mayor disponibilidad de recursos humanos y de una mayor financiación. Todas las piezas del proceso encajan y ello propicia el incremento del número de contratos y en el número de invenciones que se protegen y transfieren.
Esa evolución también tiene su efecto en las ramas de estudio. En Ciencias, por ejemplo, la UBU destaca los grupos de investigación «muy potentes» que trabajan en el área de química. «En esa rama han continuidad con esa línea ascendente en la protección», explicaSendino.
65 en dos años. A la espera de la actualización de las cifras correspondientes al año 2024, la investigación burgalesa sumó más patentes entre 2022 y 2023 que en los cinco años anteriores
Con el paso de los años han irrumpido con fuerzas otras disciplinas, destacando el repunte de las patentes de ingeniería y el impulso protagonizado por el área de la construcción, «sobre todo en las investigaciones para la revalorización de residuos de materiales». «Ahora hay demanda de mercado», destaca Sendino, quien también augura resultados importantes relacionados con la tecnología del hidrógeno en un futuro cercano. Un campo de estudio y de aplicación en la sociedad en el que Burgos quiere ser referente.
Marcar el camino. ¿Cómo se gestiona esa transferencia del conocimiento? Susana Cámara, directora de la Otri, tiene la clave, aunque reconoce «el margen de mejora existente» para consolidar esa conexión entre la universidad y la empresa. «Intentamos que la investigación se acerque a las necesidades de mercado y la colaboración con la industria hará que sea más fácil», asume.
La Otri destaca por el seguimiento y el apoyo a los investigadores desde las fases iniciales de sus estudios a través de convocatorias como la Rocket2Market, iniciativa que tiene por objetivo trabajar de forma cercana junto a consultores externos para contrastar si las propuestas planteadas «están bien orientadas». «A veces detectamos que nos llegan resultados que son complicados de comercializar y nuestra misión es ayudar al investigador», explica Cámara. Posteriormente, se lanzan otras convocatorias para, una vez desarrollados los estudios, puedan obtener un mejor resultado para hacer la transferencia final.
Ese itinerario guía a los equipos de investigación, una labor reconocida por el Ministerio de Ciencia. Sin embargo, no es momento para parar y la Universidad de Burgos confía en sumar nuevos avances en otros campos como la inteligencia artificial y los registros de softwares informáticos, aunque la tendencia «la marcan los investigadores» y las necesidades del mercado.