Los magníficos recursos naturales, el vasto patrimonio o una gastronomía sin igual están enamorando cada vez a más y más viajeros. La provincia de Burgos, desde el Las Merindades hasta la Ribera del Duero -pasando por la Sierra de la Demanda o La Bureba- se ha convertido en un foco de atracción de turismo rural. Tal está siendo la explosión de este sector que entre enero y octubre ya se supera la cifra de clientes que se alojaron en este tipo de establecimientos durante todo el 2023.
Si el año pasado, con 133.736 usuarios, ya fue de récord al pulverizarse la marca previa a la pandemia, en los diez primeros meses del presente curso esa cantidad se ha visto sobrepasada. Hasta el 31 de octubre el Instituto Nacional de Estadística (INE), que toma como base los datos que recaban las comunidades autónomas, ha notificado 136.036 viajeros de turismo rural, un número sin precedentes. «Está siendo un año mejor que 2023, se nota la recuperación después de la pandemia», explica Ana Peña, presidenta de la Asociación de propietarios de Alojamientos de Turismo Rural de Burgos (Turalbur).
Pero, ¿en qué se fundamenta ese incremento de viajeros que experimenta la provincia de Burgos? Según los datos del organismo público, 2023 y 2024 han sido periodos distintos. Durante el ejercicio anterior el turista extranjero representó el 16% de las visitas, en lo que llevamos del actual apenas se queda en el 12,9%. Y es que, tal y como confiesa Peña, Burgos y las casas rurales de la provincia se nutren principalmente de nacionales. Este año la cifra de viajeros de fuera de las fronteras españolas ha descendido hasta los 17.612 -frente a los casi 22.300 del 2023- mientras que los oriundos suben de 111.458 a 118.424.
El perfil tipo son, según la presidenta de Turalbur, son grupos de un tamaño medio o grande (hasta 15 o 20 personas) que se alojan los fines de semana o los puentes festivos. Su procedencia es diversa, aunque en la provincia sobre todo destacan los del País Vasco -en la zona sobre todo de Las Merindades- y los de la Comunidad de Madrid o de Castilla y León en el extremo sur del territorio burgalés -Ribera del Duero-. También es reseñable la presencia de riojanos en la Sierra de La Demanda. «En verano sí que notamos que llegan desde más lejos», precisa Peña. De este modo, cuando el tiempo acompaña y los periodos de vacaciones son algo más extensos que dos o tres días, el turismo rural se nutre de clientes que llegan desde regiones como Cataluña, Aragón, Comunidad Valenciana, Extremadura e incluso Andalucía.
(Más información, en la edición impresa de este sábado de Diario de Burgos o aquí)