Bueno, ya está, ya hemos llegado al final de la temporada y agosto nos convoca con canto de sirena, y el sol nos hace guiños, y el mar nos lame los pies, en fin, ustedes ya saben, que es hora de irse, así que bajamos la persiana de la columna y no daremos señales de vida hasta septiembre, si allá llegamos con paz y bien. A partir de ahora este periódico se abre a la provincia, que es donde, dicen, está el personal, porque los pueblos multiplican en verano la población al igual que se multiplicaron los panes y los peces evangélicos, y donde había un habitante, ahora hay dos, donde dos, cuatro, y donde mil, dos mil, y que siga la aritmética. El campo es una de las pocas oportunidades que aún restan para huir, decía Delibes, tan campestre, y, aunque no ha leído a Delibes, la gente escapa al campo porque este tiempo es, sobre todo, una huida de la rutina, de su grisura, de su tozudez, y nada más a mano que el pueblo. Las agencias de viaje aseguran que los destinos preferidos de los burgaleses son la costa nacional y las islas, pero no tienen la estadística de los que viajan a la provincia, porque el que va al pueblo se sube al coche o al autobús y pasa de agencias. Somos de secano y preferimos el mar, pero a falta de mar, bueno es el río, agua azul o agua verde, en cualquier caso, agua, queremos agua porque nos sale la veta primitiva de conservación por muy modernos que queramos parecer, y en verano buscamos el agua como en invierno el fuego. Es importante ser de pueblo, decía, además, Delibes, o, al menos, tener un pueblo para estar en contacto con la naturaleza, aunque hay quien se aburre en el campo mortalmente, como asegura Óscar Wilde, y hay también a quien el campo le pone nervioso como a Woody Allen porque está lleno de grillos y las polillas se comen las cortinas. Vida de campo, o para tonto, o para santo, pontifica el refranero, que también dice que en la playa un mes, y en el campo, tres. Bueno, basta ya de cháchara, que nos vamos, al mar o al río, al pueblo, adonde sea, nos vamos y echamos la persiana. Gracias por haberse asomado a esta columna, feliz verano, y hasta la vuelta.