En pleno proceso de digitalización de las empresas, la economía, el empleo y la sociedad en general, el modelo de los parques tecnológicos está alcanzando su mayor proyección y dimensión en España. Una prueba de ello es que, mientras avanzan a buen ritmo las obras de urbanización del de Burgos para ponerlo en marcha a partir de 2025, los de Boecillo (Valladolid) y León alcanzan los mejores registros de contratación de los últimos años. Concretamente, el pasado 2023 generaron en torno a los 540 nuevos puestos de trabajo y su plantilla ya se aproxima a las 6.000 personas repartidas entre 121 empresas de alta capacidad innovadora.
El estado de los parques tecnológicos regionales en operación viene recogido en el Informe de la Situación Económica y Social 2023, recientemente aprobado por el Consejo Económico y Social de Castilla y León (CES). El trabajo destaca dos novedades importantes con respecto a años precedentes: la construcción del de Burgos, por fin, ya está en marcha tras muchos años de estancamiento y 2023 confirma el despegue de estos polígonos industriales especializados tras la crisis de la pandemia, especialmente el de Valladolid, en el caso de la región.
Boecillo presenta datos «muy favorables», ganando un 12,2% de plantilla y un 2,6% de empresas, según el CES. En el parque tecnológico más veterano de Castilla y León están radicadas 80 empresas que emplean a 3.882 personas, 3.550 de las cuales están dedicadas a tareas vinculadas con desarrollos innovadores en campos tan competitivos como el de las telecomunicaciones, el biotecnológico, el químico-farmacéutico, la aeronáutica, la automoción o las tecnologías industriales, entre otros.
En su Bioincubadora, la Incubadora de Empresas Tecnológicas, se han incorporado en los últimos meses varias empresas innovadoras de nueva creación bajo el paraguas del convenio firmado con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Conviven con el clúster de Vitartis (la industria alimentaria regional), la Unidad de Astrobiología de la Universidad de Valladolid y el propio CSIC.
El centro tecnológico de León, que se gestó posteriormente al de Burgos, operan hoy 41 empresas que han generado 114 empleos en el último ejercicio, un 5,8% más, hasta superar los 2.000 en su conjunto. «Atendiendo a los últimos 5 años -apunta el CES-, se observa que la pandemia no afectó al desarrollo del parque, que ha ido incrementando su volumen de empresas y empleo de manera sostenida en este periodo».
Boecillo y León han conseguido con los años reunir una plantilla equivalente a un tercio de los trabajadores del polígono de Villalonquéjar, con la particularidad de que son perfiles profesionales muy cualificados, muy demandados y con un alto valor añadido para la economía regional.
Valles de innovación. Pero Burgos, Boecillo y León no están solos, compiten con medio centenar de parques científicos y tecnológicos repartidos por toda la geografía española. La innovación y el emprendimiento también se concentran como el poder empresarial. Madrid, Cataluña y País Vasco son un semillero de parques y ofrecen un gran atractivo a aquellas empresas tractoras que buscan nuevas implantaciones.
En conjunto, los parques reúnen a cerca de 161.400 empleados en sus empresas, de los cuales, 38.600 son personas especializadas en tareas de I+D, según los datos de la Asociación de Parques Científicos y Tecnológicos de España (APTE), a la que también pertenecen los tres de Castilla y León.
Los socios de APTE cerraron el pasado año con un censo total de 5.908 empresas de todos los tamaños y entidades instaladas en sus recintos y facturaron 28.917 millones de euros, un 15% más que en el año precedente.
Los sectores de información, informática y telecomunicaciones representan el 25% de su actividad, seguidos por las ingenierías, consultorías y asesorías, con un 18%, y la medicina y la salud, con un 9%.
Consultada por este periódico, la directora gerente de APTE, Soledad Díaz, sostiene que aún queda espacio para incorporar más parques tecnológicos al sistema, también para el de Burgos, pero insiste en que el concepto de los tecnológicos está cambiando. Es importante, señala, no concebirlos como polígonos industriales avanzados y aislados sino como «enclaves», es decir, como centros coordinadores y líderes de ecosistemas de innovación que extienden su área de interés y se comunican con su entorno: la ciudad y la provincia, sus empresas, sus emprendedores, sus universidades; ayuntamientos, diputaciones y Junta; las agencias de desarrollo económico...
«Los parques vascos ya están en esa tarea, desarrollando diferentes enclaves y enfocándose en actividades concretas. El Tecnológico de Málaga está implantándose en la ciudad que le da nombre para extender al máximo toda su cobertura y facilitar al máximo la permeabilidad. Además de un espacio físico con un edificio central que dote de servicios a las empresas innovadoras, tras las pandemia se están trabajando todas las sinergias posibles de los parques con su entorno», detalla Díaz, que matiza que estos complejos se nutren mayoritariamente de empresas e iniciativas que trabajan en un radio de acción de 40 kilómetros.
Europa, recuerda, está promoviendo y subvencionando los valles regionales de innovación y los parques tienen un gran protagonismo en los mismos.
«Estamos convencidos de que todavía queda mucho hueco para el desarrollo de parques tecnológicos, incluso en una comunidad donde ya haya varios operativos como Castilla y León. Asimismo, quedan muchos nichos de innovación por cubrir en los que España tiene un liderazgo importante».
Burgos, recomienda, debe adaptarse en precios y espacios a lo que marque la demanda, «y ofertar un servicio de valor añadido a una necesidad que tiene el sistema de innovación de la zona». Así, el Parque Tecnológico buscará especializarse en el desarrollo de energías renovables y en la sostenibilidad, un ámbito de gran proyección e importancia y en el que ya están trabajando otros parques.
«Tras la pandemia, las empresas no están demandan más cantidad de espacio, sino espacios mucho más especializados, altamente dotados tecnológicamente y muy flexibles y adaptados a sus necesidades puntuales y cambiantes».